Thursday, December 27, 2012

La aventura del regreso a Tanzania y mi última semana de vacaciones

19.08.12 - 28.08.12
Dhow al atardecer, isla Juani, Tanzania.


EL DÍA MÁS LARGO DE MI VIDA
19.08.12

Aquí en Ilha dejé a Miriam, mi compi de viaje, porque ya sólo nos quedaba 1 semana y yo quería volver a Mafia para hacer submarinismo. Ella aprovechó para ver ballenas en otra excursión en barco en Ilha, mientras yo pasé las horas más estresantes de todo mi viaje. 
"Pole Pole" o despacio, algo que se aprende rápido en Zanzíbar
A eso de las 12 de la noche dejé una fiesta en la playa de Ilha, llegué al hostal y me tumbé un rato porque había mandado un mensaje al conductor de la chapa (Saíd) para avisarle de que a las 2.30 am estaría esperándole en el hospital de Ilha, que no se fuera sin mí. Así que a la 1.45 am salí del hostal con la mochila a la espalda y, de camino al hospital, me subí en un minibus que gritaba “Nampula” (donde está el aeropuerto) y dentro me dijeron que aunque no eran Said, eran la misma compañía… PRIMER ERROR… tras una media hora dando vueltas y más vueltas por Ilha en busca de más viajeros, me suena el móvil y unos españoles me cuentan que están en la chapa de Saíd esperándome en el hospital… total que me había metido donde no era; bueno, daba igual siempre y cuando mi minbus saliera con tiempo para llegar al avión, pero cuando les presioné para que me dijeran cuándo salía me contestaron que... ¡¡¡cuando se llenara!!! y, que si eso era  a las 5 am, pues a esa hora partiríamos… ya, pero yo entonces ¡¡¡perdería mi avión!!! ¡Qué estrés! llamé corriendo a Saíd que estaba ya cruzando el puente de la isla camino del continente pero, muy majo, aceptó volver a Ilha a recogerme. 

Mujer con su bebé, a la puerta de su casa en Mafia, Tanzania.

Así que intenté que mi minibus me llevara al hospital pero, como ellos no querían dejarme ir y perderme como cliente, me vi forzada a sacar la cabeza por la ventanilla y, cual loca, gritar a un lugareño que conocía que me ayudara a salir de ahí, mi salvación pensé… ¡ja! SEGUNDO ERROR… porque en cuanto me bajé del minibus, el mozambicano, que venía algo borracho de la fiesta de la playa, en lugar de llevarme al hospital me metió por un callejón oscuro con intenciones que quedaron claras al acercarse más de la cuenta para decirme “I love you”… “Fuck Off!!! I´m going to miss my plane!!! I just wanto to go to the hospital” pero de los nervios ya no sabía ni dónde estaba, menos mal que llamé a los españoles que iban con la chapa por Ilha buscándome y que aparecieron de pronto de la nada para rescatarme de mi frustrado enamorado.

Las mujeres se encargan, entre otras cosas, de trenzar las hojas de palma para el macuti: tejado de la casa típica de este lugar de África.
Típica casa africana (paiota) construída con paredes de adobe y tejados de macuti.
Por fin a salvo, en la chapa de Saíd, crucé el puente, llegué al continente y allí nos cambiaron a todos al bus llamado “el tanzano” que es el que te deja en Nampula. Me dormí casi todo el viaje pero, cuando abrí el ojo a eso de las 6 am, empecé a preocuparme porque aún no habíamos llegado y el bus iba parando en todas partes para recoger más y más pasajeros y gallinas y cabras. Menos mal que un portugués encantador que estaba sentado detrás de mi hizo de ángel de la guarda y me bajó en una rotonda que estaba cerca del aeropuerto hasta el cual me acompañó para tomarse un café conmigo antes de entrar a currar. Flipo con la amabilidad de la gente, de verdad. 


En busca de ricos... ¡cocos! para comer su carne y beber su saludable agua, Mafia.
Ya en el aeropuerto, esperando a embarcar, me empiezo a rayar porque el día de la paella me salió una erupción en las piernas que pensé sería una reacción alérgica a la silla pero que cada día que pasaba, y a pesar de los antihistamínicos, se iba extendiendo hasta tal punto que empecé a preocuparme de verdad. Así que durante las horas de espera decidí llamar a los amigos italianos (que eran dentista y farmacéutica) para ver si me podían aconsejar algo y ellos, asustados por lo que les contaba y pensando que quizás era una enfermedad tropical, hicieron algo que muy poca gente en el mundo hubiera hecho: se ofrecieron a echarme un ojo en Pemba, donde ellos estaban, y aprovechar la escala de veinte minutos para diagnosticar mi problema y ver así si cuando llegara a Dar tenía que irme directa al hospital… lloré tanto en ese vuelo… me sentí por un lado tan sola y vulnerable y por otro que había gente tan buena en el mundo, tanta gente que te ayuda que es capaz incluso de perder un día de sus vacaciones por ti, que me tocó de verdad el corazón, jamás tendré palabras suficientes para agradecerles a ambos lo que hicieron por mi. 

Diferentes azules desde el avión.
Efectivamente, según aterrizó el avión salí corriendo y allí estaban mis salvadores que, tras mostrarles mis piernas, nalgas, espalda y brazos delante del resto de atónitos pasajeros musulmanes, me entregaron una crema de corticoides y unas pastillas que acabarían con el problema en unos días y que, sobretodo, terminaron con mi paranoia y me tranquilizaron. ¡Uf! Qué alivio, de verdad, porque lo que menos me apetecía del mundo era pasar mi última semana de vacaciones en el hospital de Dar.

Mujeres musulmanas festejando el Eid, Zanzíbar.
Total que llegué por fin a Dar y decidí, si era posible, volar ese mismo día a Zanzíbar. Así que, en cuanto salí del rollo eterno de hacer el visado y recoger la maleta, me fui a ver si encontraba un vuelo a Zanzi pero, de camino, me pilló un avispado que me metió en una pequeña habitación donde, tras mirar en su ordenador, me dijo que había un vuelo en media hora que me esperaba y que además eran sólo 75$... En fin, a veces aunque la situación parezca algo rara confías en la gente, así que me fui al cajero, saqué la pasta y el tipo, sin darme un recibo ni nada, me metió en un taxi que, decía, iba a la otra terminal donde, nada más llegar me metieron en otra mini oficina donde alguien cogió mi maleta y me dio… ¡un trozo de papel plastificado en el que salía el dibujo de 2 manos y que decía ser la tarjeta de embarque número 13!… ejem… 

Check in del aeropuerto de Mafia.

Aunque parecía todo algo extraño lo cierto es que, para mi sorpresa, a eso de las 18 embarqué efectivamente en una avionetilla de hélices en la que sólo cabían 13 pasajeros más el piloto ¡¡¡más mona!!! y, a las 19, estaba feliz cual perdiz en Zanzi. Eso me pasa por confiar en ese sexto sentido que siempre te ayuda.

Una de las típicas avionetas que te llevan de un lado a otro por aquí.

Pero no, aquí no acaba este laaaaaargo día. Resulta que el taxista que me vino a recoger al aeropuerto me explicó que, como era el fin de ramadán en Stone Town, había una fiesta (Eid al-Fitr) más grande que la nuestra de nochevieja, por lo que la mayoría de los hostales parecían estar llenos… el tipo, con toda su buena voluntad (y por una pequeña comisión, según descubrí más tarde), me llevó de uno a otro hasta que por fin encontramos una habitación libre que, por la desesperación, acepté, arrepintiéndome  tras echar un ojo a la ducha fría, las ventanas rotas por las que entraban luz y mosquitos y la situación en medio de la jarana. 
Niños en el puerto de Zanzíbar

Total que 10 minutos más tarde, tras llamar a varios hostales de la guía hasta encontrar otra habitación libre, decidí dejar este infierno aunque tuviera que pagar más para poder al menos descansar después del palizón que llevaba. Bajé a explicarle mi situación al dueño que... no lo tomó nada bien: me dijo que no podía irme porque ya me había duchado, cosa que obviamente no era cierta puesto que llevaba la misma ropa que al llegar y no había tenido ni tiempo de hacerlo, pero el tipo se enfureció y empezó a forcejear conmigo intentando quitarme el móvil, lo que hizo que casi se cayera... ¡¡¡MI CÁMARA!!!, yo gritando ya “leave me alone, are you crazy?” y el tipo venga a tirar de mi, tanto que va y... ¡¡¡me rompe los pantalones!!! y yo diciéndole que iba a llamar a la policía y el tipo que le daba igual que era su país y mientras su hijo cerrando la puerta del hostal… ¡puf! Vaya momento más chungo, menos mal que había un chico español en el hall (Javi) que reaccionó y se acercó a ayudarme, calmando, con su presencia masculina, al dueño que entonces le explicó que le había pagado 3000 de comisión al taxista, algo que yo le habría dado si me lo hubiera explicado pero, como el tipo se había puesto súper agresivo conmigo, me fui sin darle nada, acompañada por Javi buscando por las callejuelas de Zanzi, con el culo al aire, el hostal que había reservado.  




ZANZIBAR 
19.08.12 - 21.08.12
Mercado nocturno, Zanzíbar.
Total que por fin puse fin a este laaaaaargo día, con una estupenda cena que compartí con mi nuevo amigo, con quien fui de excursión al día siguiente a “Prision Island”, una islita que hay frente a Zanzi que está rodeada de uno de los mejores arrecifes de coral que he visto en mi vida, así que allí pasamos unas horas haciendo snorkell para disfrutar después de una visita a la isla cuyo nombre viene porque se construyó en ella una prisión para los esclavos aunque ésta nunca se utilizó como tal, sino que sus instalaciones se aprovecharon para dejar en cuarentena a todos los que venían en barco con peligro de haber contraído alguna enfermedad contagiosa. 

Prision island, Zanzíbar.

 El encanto de Prision Island ya no es la cárcel, convertida ahora en hotel de lujo, sino las tortugas terrestres gigantes que alberga. Así que puedes darte una vuelta y acariciar a estos lentos seres de cara prehistórica que llevan su edad escrita en el enorme caparazón que acarrean consigo y que, a pesar de su peso, levantan cuando frotas su cuello alante y atrás con firmeza. Una pasada de excursión que recomiendo a todos los que estén por ahí.


Mi amiga la tortuga de... ¡150 años! Prision island.

Al acariciarles el cuello, las tortugas ¡se levantan!

Por la tarde-noche flipé con la fiesta del Eid: todo Zanzi estaba lleno de turistas musulmanes en sus mejores galas, paseando, bailando, comiendo, bañándose en el mar… una auténtica pasada, un jolgorio tremendo, un ambiente súper alegre y divertido. No podíamos dejar de admirar a las mujeres que iban vestidas con coloridos trajes largos de fiesta y pañuelos a juego, creo que ha sido la primera vez que he comprendido esta forma de vestir, porque sinceramente estaban súper elegantes y guapas. El parque del fuerte estaba lleno de gente que había venido de todas partes, y todos allí juntos querían charlar, te sonreían, se hacían fotos contigo, y te contaban de dónde venían y qué hacían por ahí. Una estupenda experiencia la verdad, una noche muy especial. 
Mujeres celebrando el Eid en Zanzíbar.



MAFIA 
21.08.12 - 27.08.12
Al día siguiente tomé otra avioneta con destino a Mafia, donde pasé la última semana del viaje, súper relajada y feliz, descansando de todas las aventuras vividas, paseando tranquilamente por el pequeño Utende, charlando con sus amables gentes, tomando alguna que otra birra en el bar local y disfrutando a saco de su increíble mundo submarino.

Beach House, mi casa en la isla de Mafia.
Esto es una de las cosas que más me gusta al viajar: encontrar un lugar en el que te sientes a gusto y pasar ahí un tiempo haciendo una rutina que te hace sentir parte del sitio, comprenderlo mejor, apreciar sus costumbres e intentar comprender con mayor profundidad su forma de pensar, algo que es más difícil cuando vas de paso por los sitios.

Aeropuerto de Mafia :-)
Tuve la suerte además de coincidir con el nacimiento de unas tortugas de mar en la isla de Juani, algo que ocurre pocas veces al año y que se puede ver gracias a Sea Sense, una ONG que trabaja en las comunidades costeras tanzanas para proteger especies marinas en peligro (tortugas, delfines, ballenas y tiburones ballena). Ellos avisan cuando saben que las tortugas van a nacer y se encargan de guiar a los turistas que quieran verlo a través de la isla explicando por el camino la forma de vida de los lugareños y la importancia de la concienciación tanto de éstos como de los turistas respecto a estas especies protegidas. Por fin, tras una larga caminata de más de 1 hora, pudimos presenciar una de las maravillas de la naturaleza: de pronto las enterradas tortugas rompen el huevo y escarban la arena hasta salir a la luz, donde su instinto les lleva a bajar hasta el mar, en el que nadarán durante 24 horas hasta encontrar un lugar a salvo donde crecer durante los próximos 3 años. Unos 30 años más tarde, las tortugas adultas volverán, al igual que hicieron sus ancestros durante siglos, igual que harán sus descendientes, a  poner sus huevos en el mismo lugar.

Tortuguita recién nacida, según sale del huevo enterrado en la arena cruza la playa hasta llegar al mar donde comenzará su aventura, isla Juani.

Todo lo bueno se acaba, así que aunque me habría gustado quedarme en Mafia unos meses para seguir desconectada del estrés que se vive en Occidente y además poder disfrutar de las ballenas e incluso poder bañarme con los tiburones-ballena, tuve que marchar. Ojalá algún día pueda volver a este lugar tan lejos del mundo. 



Curiosidades:

Al pasar por la isla de Juani escuchamos de pronto unos cánticos que, al acercarnos a ver, descubrimos era una fiesta loca donde las mujeres y niños del pueblo bailaban a ritmo de tambores y gritos para festejar bien coloridas el Eid.
Ni corta ni perezosa me uní al baile, para gran regocijo de estas gentes que expresan tanto a través de la danza.


Con mis nuevos amigos tras el intenso baile.
Por cierto que las mujeres en África... ¡se rapan la cabeza! es algo que no sé si hacen porque les gusta, por evitar el calor, por moda, estética o porque tienen el pelo destrozado de hacerse tantas trencitas de pequeñas... no lo sé, pero lo cierto es que suelen llevar la cabeza rapada y tener varias pelucas que se ponen según la ocasión.

Bailes de mujeres en la isla, suelen llevar pelucas o pañuelos que disimulan su cabeza rapada.