Tuesday, September 22, 2009

Bylakuppe (Karnataka, India)

Mujeres y hombres tibetanos dando vueltas alrededor del templo, algo que sucede cada día al caer la tarde, momento que aprovechan para meditar.

Bylakuppe: (25.08.09)

A unas 2 horas y media de Mysore en autobús se encuentra este lugar tan especial, y es que este es uno de los mayores asentamientos de tibetanos en el exilio del mundo. Al parecer hace años el entonces rey de Mysore, viendo los problemas que tenían los tibetanos por culpa de China que los estaba (y sigue) masacrando y aniquilando como cultura (ya que en Tibet no les dejan aprender su idioma, ni profesar su religión, ni expresar su opinión), decidió concederles un terreno en este estado, al cual han ido viniendo tibetanos desde entonces y haciendo de él un lugar fértil y limpio y no caótico como el resto de India, por lo que es muy curioso venir a visitarlo, ya que parece que entraras en un país diferente a la India, ya no hay vacas por las calles, ni plásticos tirados por todas partes, sino que se ven verdes campos cultivados y las típicas banderas de rezos de colores que decoran el camino entre árbol y árbol.


Calle típica de Bylakuppe, con casitas bajas, calles limpias y monjes tibetanos por doquier.

En Bylakuppe hay además varios monasterios en los que cientos de niños y jóvenes estudian la religión budhista, y es un placer venir a visitarlos, ya que las calles están repletas de túnicas color vino y azafrán, sonrisas constantes, una universidad y un montón de ritos religiosos que son un lujo de ver. Nosotros pasamos un día en el lugar, paseando por sus calles, charlando con los lugareños que son la gente más sonriente del mundo entero, una gente a la que si le preguntas te explica cómo han llegado hasta aquí, la historia de su difícil y dolorosa huída de Tibet, que ya comenté anteriormente en el blog en esta entrada, historias que te ponen los pelos de punta, chavales de 6 años que han sido enviados por sus familiares para que tengan la posibilidad de vivir en libertad, a pesar de que quizás no les vuelvan nunca a ver... pero siempre con una sonrisa en la boca, ya que son felices de poder tener este lugar en el que practicar su tradición, aprender su historia, evitar que todo se pierda en el olvido.

En clase: los niños recitan acompañados por el sonido de las trompetas.

Es una experiencia inolvidable el escuchar a los niños aprender las lecciones del Budha, todos sentados dentro del templo, con esos libritos hechos de hojas sueltas agarradas por una cinta a un par de tablillas de color azafrán, tocando los bongs y los instrumentos de viento que parecen como cuernos largos de los que salen unos sonidos graves, niños que cuando te ven te sonríen o se ríen a carcajadas como si fueran los más felices del mundo. Y los jóvenes igual pero en un templo más grande, decorado con estatuas doradas gigantescas de budha y tiras de tela de colores que caen del techo, cientos de estudiantes con sus túnicas color vino sentados en el suelo en hileras mientras recitan los textos, sonidos mántricos que te hacen vibrar y sentirte en paz con el mundo, en paz contigo mismo.


En el templo: los jóvenes pasan algunas horas del día recitando de sus libros, es una pasada escucharles a todos a la vez, dejarte envolver por los sonidos mántricos.


Y, tras los cánticos de la tarde, viene una de las tradiciones más curiosas de los estudiantes tibetanos: la hora de la dialéctica. Todos los estudiantes salen a las praderas y se colocan por cursos y cada curso tiene que aprenderse unos textos de las enseñanzas del Budha, así que lo que hacen es ponerse por parejas, así uno de la pareja se sienta y le lanza una pregunta al que está de pie, quien debe contestar a la pregunta rápidamente y sin dudar, dando una palmada cuando finaliza su argumento que el que está sentado acepta o contradice. Así que durante algo así como 1h se ven las verdes praderas coloreadas por las túnicas de los monjes que van gritando sus respuestas y dando palmas a destiempo. Es algo bastante curioso de observar la verdad.

La dialética: un estudiante (sentado) lanza una preguntasobre las enseñanzas del Budha a su pareja, quien reponde fervorosamente, acabando su argumento con una sonora palmada.


Así que pasamos nuestro día en Bylakuppe participando un poco de la vida de esta gente tan carniñosa, a la que no puedo por más que admirar. La verdad es que nos hubiera gustado quedarnos más tiempo pero teníamos que volver a Mysore para volver a casa... aún así nos dio tiempo a conocer el asentamiento tibetano, hacer algunas compras y comer su delicioso momo (bolas de una pasta muy fina que rellenan de carne o verduras), además de conocer a unas chicas que habían pasado ahí un mes dando clases de inglés a los estudiantes como voluntarias de una ONG y que estaban encantadas con la experiencia vivida.

FREE TIBET

Típico templo budhista que se encuentra aquí, en Byalakuppe.

Saturday, September 12, 2009

Mysore (Karnataka, India)

Típica calle de Mysore, de casas bajas, de colores, al estilo colonial, donde se colocan los vendedores apilando su mercancía.

Mysore: (21.08.09 - 26.08.09)

Una de las ciudades del sur de la India con mayor encanto sin duda alguna, y no sólo por su famoso palacio, que iluminan una vez a la semana durante media hora con miles de bombillas colocadas alrededor de su fachada, sino por el ambiente de sus calles, sus mercados ancestrales, sus artesanías y sus edificios de estilo colonial.

Al caer la noche los lugareños aprovechan el fresco para sacar la mercancía y, tras colocarla bien organizada en esterillas en el suelo, tratar de venderla.

El "famoso" palacio de Mysore, cuya fachada se ilumina 1 vez al mes utilizando para ello miles de bombillas cutres de las que tenemos en casa. 

La verdad es que Mysore nos encantó, sobre todo porque es una de esas ciudades de la India tan fotogénicas: gente trabajando como se hacía en Europa hace siglos, mercados llenos de verduras, vacas, colores, inciensos, especias, vendedores hindúes o musulmanes, mujeres coloridas con preciosos saris junto a otras vestidas con el negro burka, edificios con personalidad, el mercado de carne donde se degüellan los animales frente a tí, mientras sus restos se van apilando en montañas enormes sobre las que se posan pájaros negros, delgados hombres vestidos con un simple dhoti y una camiseta de tirantes que arrastran enormes carros llenos de bananas, templos aquí y allá, pequeños establecimientos de chai... y, como ocurre en general en la India, donde cualquier persona va a estar encantada de que le hagas una foto. ¿qué más se puede pedir?


Haciendo incienso, a mano, para después venderlo.


Joven y orgulloso carnicero.

Además que nos alojamos en uno de los mejores hoteles de todo el viaje, un lugar con un encanto muy especial, ya que es un hotel construído en los años 40 y que aún conserva todos los muebles de entonces, y muchos de los trabajadores de aquella época también. Yo creo que es la primera vez que tenemos servicio de habitaciones y el periódico introducido cada mañana por la puerta, un auténtico lujo para nosotros la verdad. Un hotel con mucho carácter y con unos empleados encantadores, que nos invitaron a celebrar con ellos la festividad de Ganesh, famosa en la India entera y que consiste en llevar al dios Ganesh (el elefante) a una habitación de la casa (en este caso del hotel) y hacer una puja o celebración religiosa en la que unos brahma cantan, dicen unas palabras al dios, le pasan incienso y fuego por delante, en una ceremonia que dura entre media y 1h, y que es muy curiosa de observar, ya que no sólo están los brahma cantándole a una figura que es un elefante, sino que el resto de los asistentes están con cara muy devota y las palmas de las manos juntas ante el pecho en gesto de rezo, alabando a la figura del elefante, al que le han puesto cientos de adornos, guirnaldas, luces y comida. Al final, como en todas las pujas, se coloca un punto rojo sobre los asistentes a los que se ofrece una comida que es sagrada, ya que la ha bendecido el dios. Un evento curioso, que culmina varios días más tarde con la entrega del elefante al río... parte que nos perdimos al dejar la India antes del día señalado.


Nuestro súper hotel en Mysore, una reliquia de los años 40 que te hace sentir en esa época.

Ritos y ofrendas a Ganesh, el dios-elefante.


Pero durante esos días hay gran jolgorio por las calles, así que en cualquier momento te puedes encontrar con un grupo de gente cantando mientras pasean a Ganesh a sus hombros. La verdad es que fue muy gracioso porque nosotros nos cruzamos con un grupo de hombres que como locos bailaban en plan trance al ritmo de tambores y flautas frente a su elefante y, un amigo alemán (Thilo) y yo, decidimos unirnos mientras Jordan nos grababa, y claro la que se montó fue increíble... no sé si ha quedado claro que son los hombres y no las mujeres los que llevan a Ganesh de paseo y los que bailan como locos a su alrededor, así que os podéis imaginar la pasión que levantamos... madre mía qué locura y frenesí, yo aproveché para no sentirme intimidada por todos los hombres danzantes y cogí a un travesti que había y bailé con él todo el rato, pero cada vez se unía más y más gente a mirarnos, incluso se acercaron periodistas indios a hacernos fotos... menuda experiencia, de verdad, no me extraña que los hindúes sean capaces de meterse hierros por el cuerpo sin sangrar ni sentir dolor porque de verdad que entran en trance en ocasiones como esta.

Niñas sonrientes musulmanas.

Niños sonrientes.


En Mysore hay muchos turistas, quizás por su encanto como ciudad, quizás por sus artesanías y sedas (famosas en la India entera por su calidad, aunque su precio no es tan barato como en otros lugares, la verdad es que son muy bonitas y mucho más baratas que en Europa). El caso es que al ser un centro turístico, la comida está occidentalizada en muchos restaurantes y es fácil hacer amigos. Nosotros acabamos formando un grupo muy majo: una pareja francesa (Gilles y Annie) en sus 50, muy liberales (no estaban casados a pesar de que en su época era algo casi impensable el no casarse), que habían viajado un montón (aprovechan que sus hijos son ya teenagers para dejarles con los abuelos y darse sus viajecitos) y que eran un encanto; un alemán (Thilo) de unos 30tantos que viajaba solo y que era super divertido además de un idealista que está haciendo una web desde la que se puedan interrelacionar diferentes ONGs y diferentes acciones y movimientos para mejorar el medio ambiente; y unos primos franceses de unos 20tantos que nos dejaron con la boca abierta: él (Franck) terminó su carrera y decidió coger una bici y ponerse a pedalear a ver si lograba llegar a Pekín, había salido de Notredam el invierno pasado y llevaba ya 9 meses sobre su bici, así que os podéis imaginar las historias que tenía para contar; y su prima (Krystel) que había decido el mes de vacaciones que tenía unirse a él que ya estaba en la India, y así estaba ella ya finalizando este mes y super feliz y contenta de las experiencias vividas.

Cena con nuestros encantadores amigos.

Debo decir que ninguno de los 2 montaban mucho en bici antes, y que ambos dicen que te acabas acostumbrando. Además, él se había propuesto no gastarse ni 1 euro en alojamiento, por lo que o le ofrecen un lugar donde dormir o duerme en su tienda de campaña o en el duro suelo de un templo (como le ocurrió en Hampi, donde le conocimos), aunque su prima no era tan hardcore y al si no encontraba alojamiento gratuito se buscaba un hotel, aunque decía que se sentía mal yéndose a dormir a un hotel y dejando a su primo por ahí... claro que ésto no ocurría a menudo ya que normalmente siempre encontraba a alguien que le acogía en su casa. De entre todas las historias que nos contaron, quiero destacar que Franck hacía mucho, mucho, hincapié en la hospitalidad del pueblo iraní, al que ha cogido un cariño tremendo, y que al parecer son de lo más simpáticos y majos del mundo entero, a pesar de la situación de inestabilidad que están pasando. Es curioso que siempre los más pobres sean los más hospitalarios, es curioso que la gente sea así de bondadosa, ¿acogerías tú a un ciclista que te encuentras por la calle en tu casa? ¿y si además no entiendes ni palabra de lo que dice? La verdad es que Franck nos contó que le ayudaban mucho las fotos que llevaba consigo de su familia, ya que cuando otras familias veían que tenía hermanos, una madre, un montón de amigos y primos que fueron a despedirle a Notredam con la bici... pues entiendan o no el idioma, comprenden las imágenes.


Franck y su prima, dando pedales por la India.
En fin, que siempre me quedará un buen recuerdo de Mysore, una ciudad llena de cosas que comprar, de gente que conocer, de fotos que tomar. Pero, sobre todo, de las experiencias que allí vivimos, y de las historias de la gente que conocimos. Os animo a todos a que viajéis, de verdad, porque es la mejor forma de aprender sobre otras gentes, culturas y formas de entender el mundo, especialmente con vuestra mochila a la espalda y la guía en un bolsillo, construyendo el viaje poco a poco, paso a paso, sin tenerlo todo planificado desde el principio, viviendo la aventura de cada día y esperando a ver qué me deparará el día siguiente. Y si alguien se siente más valiente todavía, que siga el ejemplo de este chico, cuya página web dejo a continuación, aunque no creo que esté muy actualizada ya que es muy difícil mantener un blog mientras se viaja... pero recordad una cosa: él es un tipo normal, como cualquier otro, que no sabía a dónde llegaría, que simplemente se propuso salir de casa con su bici a ver qué pasaba, que no había entrenado antes, y que ahora tiene los ojos llenos de chispas por todas las historias que tiene que contar.

http://franckenvadrouille.com/


Típico mercado de Mysore.


Curiosidades:

El truco más común en Mysore es que se te acerque un tipo muy simpático y te cuente que al parecer en Mysore la marihuana es legal y que hay coffee shops como los de Amsterdam, en los que además hay máquinas especiales que sacan un aceite de la planta que luego se unta en los cigarros. Nosotros caímos en la trampa, ya que sentíamos curiosidad por la famosa máquina, y nos dejamos llevar hacia los supuestos coffee shops... claro que por el camino, pasamos por un montón de tiendas de los amigos del tipo este en las que podíamos comprar incienso de verdad (te mostraban incluso cómo lo hacían) y aceites esenciales (que son muy característicos de esta ciudad), eso sí, a unos precios algo exagerados ya que se trata de tiendas de amigos de este tipo al que después deben pagar una comisión por haberte llevado a ellas... en fin, que tras varias paradas y tras mucho insistir en que no queríamos comprar nada y que lo único que queríamos era ver la famosa máquina, por fin nos llevó a una casa normal y corriente, donde al entrar nos encontramos con una de las hijas de la familia que estaba sentada en el suelo haciendo incienso, que nos intentaron de nuevo vender, tras ella estaba el hermano que tenía una colección increíble de aceites esenciales expuestos bajo la foto del abuelo y que también nos intentaron vender, todo esto mientras la madre y la otra hija hacían la comida en la cocina... así que intentando no ser bordes pero a la vez dejando claro que no queríamos comprar nada de esto sino que sólo queríamos ver la máquina, por fin nos metieron en un cuartito, el del hijo, donde nos sentaron en una cama y nos entregaron un papel con una lista con todos los aceites esenciales que se podían comprar y que volvían a estar expuestos ahí en la mesita de la habitación... ya cuando nos estábamos empezando a mosquear porque tras varias horas aún no habíamos logrado ver la famosa máquina para convertir la maría en un aceite especial, apareció otro turista en la habitación al que también habían engañado con el mismo truco, un alemán muy majete (Thilo) con el que acabamos pasando el resto de nuestros días en Mysore.



Cena con Thilo, el alemán al que conocimos en medio del típico engaño de Mysore: con la excusa de enseñarte una máquina especial, te llevan a una casa donde sólo quieren venderte hash.

En fin que esto es lo que ocurre muy a menudo en la India, que te llevan con un pretexto que creen que te va a enganchar a donde ellos quieren que vayas y son tan pesados y tan majos que esperan que así acabes comprando algo. No es que sea peligroso, que no lo es en absoluto, pero sí que es una pérdida de tiempo si es que llevas prisa, aunque si no la llevas la verdad es que es una experiencia, porque imaginaros la situación tan subrealista: 3 turistas sentados en una camita enana dentro de un cuarto chiquitín frente a 3 indios (nuestro gancho, el del alemán y el dueño de la habitación) intentando que nos muestren algo que no existe, mientras ellos intentan por todos los medios liarnos para que compremos algo, además que normalmente te ofrecen té y son muy simpáticos y amables y claro te da palo ser borde, pero una vez que sabes cómo son tienes que aprender a no dejarte llevar por sus trucos o a disfrutar y reírte con ellos, que es lo que hicimos nosotros en esta ocasión. Así que al final logramos dejar la casa tras constatar que la famosa máquina de maría no existía y que como mucho podíamos comprar algo de marihuana de muy muy mala calidad, que por supuesto no compramos, y después nos enteramos además de que la marihuana no es legal en Mysore y de que algunos indios lo que hacen es vendértela y después llamar a la policía que te detiene te cobra una multa y les da una parte a los que te vendieron y denunciaron.



Vendedor de aceites esenciales, algo muy típico de Mysore.


Thursday, September 10, 2009

Fundación Vicente Ferrer (Anantapur, Andhra Pradesh, India)

¡Qué cosita! En el centro de planificación familiar de la FVF una orgullosa madre me puso en brazos a este bebé de pocos días con su bindi en la frente que... ¡no pesaba nada! 
Fundación Vicente Ferrer: 20.08.09 - 21.08.09

¡Chapó! realmente es lo primero que me viene a la cabeza al pensar en esta organización, ya que se trata de una ONG que funciona y que además es lo suficientemente transparente como para dejar que lo compruebes por ti mismo. Y hablo desde la perspectiva que me dan las diferentes experiencias con las distintas organizaciones y proyectos de ayuda en los que he participado, tanto en Camboya (proyecto Akira, proyecto Love Cards, proyecto de filtros de agua, proyecto Jay School), como en Perú (Funcal), como en España (Médicos del Mundo); experiencias que me han hecho comprender la dificultad de una empresa semejante, ya que ayudar a los que lo necesitan no es tan fácil como parece, porque hay un montón de burocracia que salvar y además hay que lograr financiación cosa harto dificultosa, y que en el caso de Vicente Ferrer asombra a cualquiera que conozca un poco su trayectoria: él era un jesuita al que destinaron a la India, pero se salió de la orden y decidió ayudar a los más necesitados, es decir a las mujeres, a los minusválidos, y a los de la casta de los intocables. Cuál sería su fuerza y sus dotes de convicción que logró convertir el desierto que era el lugar donde ahora se encuentra su sede en Anantapur en un centro perfectamente organizado, a base de convencer a la gente para conseguir financiación. Una vida dedicada a mejorar las condiciones en las que viven otros, una vida muy fructífera que tristemente terminó el junio pasado pero cuya obra sigue en pie y adelante.

Así lavan las mujeres a sus bebés.

Y todo esto ¿cómo lo sé?, porque la FVF hace algo increíble: mostrar a todo aquel que quiera venir y verlo, lo que hacen con las donaciones de los cientos de miles de donantes que financian sus proyectos. Y esto es alo realmente positivo, ya que a mí, al igual que a la mayoría de la gente, cuando me planteo si donar o no cierta cantidad de dinero a una ONG siempre me queda la duda de si llegará al lugar, de si se perderá por el camino, de si se utilizará bien... por lo que esta organización ofrece la posibilidad de venir a ver lo que se está haciendo con tu dinero, es más, te ofrecen alojamiento y comidas gratuitos durante un máximo de 3 noches y 4 días durante los cuales se dedican a llevarte a conocer sus diferentes proyectos ya seas o no donante de la fundación.

Chavales discapacitados aprendiendo un oficio: la encuadernación.
Así que nosotros decidimos visitar la fundación, aunque debido a problemas con los horarios de los trenes (eso nos pasa por dejarlo todo para el último momento) al final sólo pudimos pasar 2 noches y 1 día completo en la FVF, eso sí, de lo poco que pudimos ver en 1 día, la verdad es que nos dejaron completamente convencidos de la magnífica obra que están haciendo.

Por la mañana, tras desayunar, nos llevaron a un pueblecito a las afueras de Anantapur donde la fundación tiene un centro para discapacitados, ya que éstos, como ocurre en la mayoría de los países del tercer mundo, son una carga para sus familias, quienes normalmente los tratan con desprecio o incluso como si fueran animales: no les dan nombre propio (les llaman "el discapacitado"), les dan de comer las sobras, no les dan una educación... y bueno, es que la India es muy pobre, y si una familia tiene dificultades para sobrevivir pues un discapacitado no es para ellos más que una carga.

Dos niñas discapacitadas en clase, aprendiendo a leer y cantando.

Dos niños discapacitados en rehabilitación.
Pero la FVF ha logrado que las familias cambien su perspectiva con respecto a estos muchachos, ya que ellos los recogen en este centro en el que trabajan especialistas junto con discapacitados, y les dan una oportunidad de aprender desde a valerse por sí mismos hasta a leer y escribir, enseñando un oficio a aquellos cuya discapacidad no es total para así poder ganarse un sustento, ya que cuando tienen una determinada edad la fundación les enseña a encuadernar, a coser, a hacer diferentes artesanías y en general a producir objetos que después la propia fundación vende dando los beneficios a estas personas, de manera que ahora los discapacitados no sólo son capaces de ganarse un sustento, sino que muchos ayudan además a sus familias a las que envían parte del dinero que ganan. De esta forma la FVF ha logrado transformar el anterior menosprecio que se tenía por esta gente en un reconocimiento de su valía y, por supuesto, de su calidad de personas con nombre propio.


Mujeres aprendiendo un oficio para después ganarse un sustento vendiendo las artesanías que hacen.
Además de visitar el centro de recogida de los niños discapacitados y el centro de trabajo de los adultos discapacitados, fuimos, tras la deliciosa comida en el centro, a un centro de planificación familiar en el que se esteriliza a aquellos que así lo deseen, una auténtica necesidad en un país como la India donde la tasa de pobreza es de las más altas del mundo y donde, al no haber medios anticonceptivos muchas familias cuentan con más de 5 hijos a los que no pueden mantener.


Por el camino vimos un par de escuelas que ha creado la FVF a las que llevan a chavales del campo sin medios. Pero estos proyectos son sólo un pequeño ejemplo del increíble trabajo que esta fundación lleva a cabo: apadrinamiento de niños, con la consecuente ayuda a la comunidad de la que provienen (que por cierto, para aquellos que tengáis un niño apadrinado, podéis ir a visitarle), centros de trabajo para mujeres, educación para los menos afortunados, sanidad gratuita para los que la necesiten, medios para los discapacitados... y un sinfín de proyectos que os animo a que vayáis a conocer si algún día podéis, os aseguro que merece la pena.

Mujeres aprendiendo un oficio que les sirve para ganarse un sustento: la costura.

Así que si alguien está contribuyendo económicamente con la FVF que se dé por satisfecho, ya que su dinero por muy poco que éste sea está ayudando y mucho a los que están ahí. Y si alguien tenía dudas, que las pierda porque no hay nadie enriqueciéndose con el dinero enviado, sino mucha gente beneficiándose de él.


¡Vaya sonrisa! Daba gusto pasar el día con esta niña, discapacitada, que siempre sonreía. 



Tuesday, September 08, 2009

Hampi (Karnataka, India)

Algunos de los templos que se pueden visitar y disfrutar casi en soledad ya que hay tantos que los visitantes se reparten entre los cientos de enclaves a elegir.


Hampi: 15.08.09 - 19.08.09

Nada más bajarnos del tren cogimos un rikshaw a Hampi, con la suerte de encontrar por el camino una fiesta local: hombres y niños con los torsos desnudos y pintados en procesión iban cantando al ritmo de tambores con su dios al hombro mientras las mujeres observaban para acabar todos sentados en el templo rezando. Buen comienzo para uno de los lugares más interesantes del sur de la India.

Festival que encontramos de camino a Hampi y que paramos a observar: cánticos, ídolos, pinturas, ritos.

Una de los lugares sagrados más importantes e interesantes del sur de la India, ya que tanto Hampi como sus alrededores están llenos de ruinas y templos, más de 500, algunos mejor conservados que otros. Y es que, allá por los siglos XII al XV, la entonces llamada Vijayanagara fue la capital del imperio, una megalópolis que contaba en plena Edad Media con más de 500.000 habitantes, convirtiéndose así en la segunda ciudad más grande del mundo de entonces, y que decayó debido a las invasiones de los mongoles.


Uno de los templos mejor conservado de la zona y al que acuden turistas indios cada día alegrando las mujeres con los vivos colores de sus saris los edificios que visitan.

Hoy Hampi no es más que un pequeño pueblo a la orilla de un río sagrado, al que vienen los peregrinos a lavarse y purificarse de manera similar, aunque en menor escala, a lo que ocurre cientos de kilómetros al norte en su gran hermano, el majestuoso Varanassi, a la orilla del Ganges.

Peregrino preparándose para hacer noche en el templo principal de Hampi, templo vivo ya que los visitantes son recibidos con comida gratuita y utilizan sus suelos al caer la noche para dormir.


Casas de adobe o piedra, algunas construidas entre columnas de un antiguo templo, muchas pintadas de blanco; calles peatonales por las que discurren todo tipo de personajes, ya que peregrinos de toda la India se acercan a Hampi cada uno con sus vestidos tradicionales, alguna moto y rickshaw y muchas vacas; tiendas para turistas, sastres, restaurantes y guest houses; y templos, mires por donde mires hay templos.

Milenario templo que es utilizado como casa por una familia de Hampi, increíble escena que se repite por toda la ciudad, un salto en el tiempo, ya que los templos no son elementos arquitectónicos a admirar sino que en este caso aparecen vivos ante nuestros ojos, transportándonos de esta manera a un pasado que en otros lugares del mundo hemos de imaginar.

El principal templo de la antigua Vijayanagara, el llamado Virupaksha, está hoy en muy buen estado y constituye tanto ahora como en el pasado un centro religioso alrededor del cual se encuentra hoy Hampi. A este lugar se acercan peregrinos hindúes para honorar a sus dioses y pasar la noche en sus suelos de piedra.

Templo principal de Hampi lleno de vida durante el día: peregrinos rezando, paseando, comiendo, cantando y, como siempre, compartiendo espacio con las sagradas vacas.

Es una auténtica experiencia el acercarse al templo al caer la noche, ya que los peregrinos hacen una fiesta de su estancia en el mismo y tras cenar (la comida es repartida gratuitamente por el templo) muchos se juntan a cantar, mientras otros charlan con sus nuevas amistades o se echan a dormir sobre el suelo de piedra, cosa impensable para nosotros pero normal para ellos, ya que incluso teniendo cama en casa, la mayoría escoge dormir sobre el suelo, mientras que otros duermen sobre una cama hecha de cuerdas entrecruzadas que sacan a la calle para estar fresquitos, por lo que al pasear a partir de las 22 por las callejuelas de Hampi uno se va encontrando con camas y mosquiteras a las puertas de las casas y cuerpos que parecen bultos desperdigados por los suelos, sobretodo del templo.

El templo principal de Hampi por la noche, donde los peregrinos encuentran refugio por la noche, cuando tras cenar y cantar aprovechan para acostarse sobre su duro suelo, al que los indios están acostumbrados ya que muchos de ellos no utilizan camas para dormir.

Para recorrer todos los templos se necesitarían varios días; uno para pasear tranquilamente por el pueblo, y descubrir en cada esquina un monumento ancestral, otro para andar por los alrededores del río y subir a las rocas que pueblan el paisaje, enormes peñascos rojizos y redondeados sobre los cuales hay en ocasiones templos construidos desde los que se puede disfrutar de un precioso atardecer; y al menos un tercer día para aventurarse a conocer los templos más alejados, para lo cual es aconsejable tomar un medio de transporte, que puede ser un rickshaw, una bici para los más deportistas o una moto que se puede alquilar durante todo el día y que es una forma muy divertida y autónoma de conocer el lugar y los pueblos colindantes.

Enormes peñascos redondeados salpican las montañas que rodean a Hampi y sobre los cuales también hay templos construidos desde los que da gusto ver al Sol levantarse o ponerse sobre el valle donde está Hampi, acompañados normalmente de decenas de monos que pueblan estos lugares.


Con una moto recorrimos los alrededores de Hampi visitando, además de algunos de los templos que pueblan la zona, pueblos a los que no suelen acercarse los turistas, por lo que nuestra llegada atraía a los lugareños que curiosos nos rodeaban para charlar un rato e intercambiar historias sobre nuestras vidas.

Niñas de uno de los pueblos a los que llegamos con la moto, foto tomada nada más llegar y antes de ser rodeados por todos los habitantes del lugar con los que intercambiamos miradas de curiosidad y simpáticas sonrisas.


Tuvimos la suerte de pasar por un templo-monasterio viviente en el que paramos no por su aspecto algo decrépito sino por los cánticos que salían de él. Al entrar en el templo vimos vacas y sadhus, hombres que han decido vivir apartados del mundo para pasar el día rezando, cantando y cuidando de sus vacas. Una vida sencilla, que al parecer les hacía muy felices ya que a pesar de las dificultades de la comunicación (no sabían inglés) pasamos unas horas con ellos, haciéndoles fotos, escuchando sus cánticos y observando como alababan a su dios, el mono, con inciensos y cascabeles. Una ceremonia que parecía sacada de una película, un lugar de otra época, unos personajes barbudos con eternas sonrisas que nos invitaron a comer y beber té.

Sadhus de verdad, hombres que encontramos en un templo-monasterio viviente donde pasamos unas horas observando sus rituales de alabanza al dios mono, charlando y bebiendo té.

A nosotros se nos hizo corta la estancia en Hampi, pero es que teníamos que marchar ya que no disponíamos de suficiente tiempo para todo lo que queríamos hacer, pero la verdad es que uno puede quedarse en este lugar 1 semana o más, ya que además de los templos, Hampi es un lugar que se lo pone fácil al turista, tanto que yo creo que ha sido el lugar de la India donde más familias de turistas hemos visto, sí chicos, sí, se puede viajar con niños a estos lugares, es más, sale mucho más barato venir a un lugar como este con tus hijos de 5 a 15 años que las típicas vacaciones en cualquier playa europea, ya que los precios de alojamiento y comida son tan bajos que compensan el del avión, y no hay que preocuparse por los estómagos selectivos ya que los menús incluyen ricos platos occidentales para los que están cansados del especiado menú indio. Ni que decir tiene que si os decidís a viajar a un lugar como este con vuestros hijos será un verano inolvidable para toda la familia, pero sobre todo para los chicos que a esas edades suelen tener una visión del mundo bastante limitada y a quienes les abriría los ojos ver una cultura tan diferente a la suya, ver cómo viven personas de su misma edad que han nacido en un lugar distinto al suyo. Ésto es lo que me atrae a mí de viajar, luego supongo que a un chico en esa edad mucho más.

Niñas con las que estuvimos jugando y a las que les encantan los turistas y que les hagan fotos ya que nunca antes se han visto en la pantalla de una cámara digital.


Y para los jóvenes con ganas de aventura y de fiesta debo decir que aunque Hampi es una ciudad sagrada y como tal en ella está prohibida la venta de alcohol, es un lugar lleno de turistas con los que hacer amigos y por lo tanto hay varias opciones para pasarlo bien ya que siempre puedes traer tu propia bebida de la ciudad más cercana, Hospet, donde te deja el tren o ir a algún restaurante en el que de estrangis te dan de beber, como el , y si no, siempre está la opción de cruzar el río para quedarse en el pueblo de enfrente que no tiene ley seca y donde se suelen hospedar los turistas más fiesteros, perdiendo así el encanto de estar durmiendo en el pueblo con los peregrinos y de empaparse de la cultura india, pero disfrutando de alojamientos más baratos que en Hampi y de cervezas y fiestas todos los días.

Las calles de Hampi al caer la noche quedan vacías a excepción de las vacas que pasean a sus anchas por donde les place y de los lugareños que, en muchas ocasiones, sacan una rudimentaria cama hecha con 4 palos y unas cuerdas para dormir en la calle en lugar de en el interior de sus casas.

Eso sí, creo que debo advertir de uno de los mayores peligros de la India, que son los famosos BHANG, y que te los venden como batidos (bhang lassi) o bolas de chocolate o cualquier tipo de comestible en el que se supone que han añadido hashis, pero que a muchos turistas sientan muy mal. De 3 personas que tomaron una bola de bhang en uno de estos restaurantes en los que se consigue lo que quieras extraoficialmente, 2 lo pasaron fatal: uno estuvo toda la noche tiritando con fiebre alta y síntomas que le hicieron pensar que tenía malaria, por lo que convenció a su compañero de viaje a las 2 am para que le acompañara al hospìtal más cercano que estaba en Hospet, a una media hora de Hampi, y donde le ingresaron para aliviar su miedo a la mañana siguiente y explicarle que no tenía malaria; y el otro pasó 2 días fatal, vomitando, con pesadillas, algo de fiebre y muy mal cuerpo. Y los 2 eran chicos que fumaban hashis habitualmente, y lo habían ingerido con anterioridad, pero el problema es que realmente no sabemos qué llevan los bhang. Así que un consejo: fumad lo que queráis pero no toméis los bhang.


Bar-restaurante de uno de los pueblos a los que llegamos en moto, donde poco a poco se empezaron a congregar los lugareños para ver a los extraños seres pálidos, de ojos claros que tan exóticos les parecen.


Curiosidades:

Bueno, en la India hay que tener mucho cuidado siempre con aquéllos que tratan con el turista, especialmente con los de las agencias de viajes, y aquí tuvimos una experiencia muy desagradable con una agencia en particular SAI-travels a la que no vayáis nunca porque el tipo es un mentiroso compulsivo que intentará engañaros como sea.

La verdad es que si podéis hacerlo, evitad las agencias de viajes de la calle principal que va a dar al templo, ya que hay muchas más agencias en las callejuelas del pueblo que son bastante más honestas que estas, que juegan a intentar ganar tu confianza para que después levantes la guardia y te la endiñen... Por ejemplo, si queréis cambiar dinero, la mayoría de los cambistas os ofrecerán un cambio algo peor que el oficial, pero de pronto alguno te ofrece el cambio casi oficial y tú piensas "joder que tío más honesto" y a partir de ese día empiezas a hacer otros negocios con él, como la compra de billetes de tren que es donde aprovechan para sacarte un dineral, como hizo el miserable de SAI-travels, quien nos engañó 1800 Rp, que menos mal que nos dimos cuenta y tras muchos problemas y amenazas con llamar a la policía y gritos por su parte, logramos que nos devolviera el dinero, pero es que te hace perder tu tiempo, enfadarte y encima intenta que te sientas mal, porque ponía excusas estúpidas como que no se había dado cuenta y tenía la poca vergüenza de gritarle a Jordan y llamarle mala persona porque él pobrecito no sabía nada y porqué nosotros le hacíamos esto a él... qué paciencia hay que tener a veces de verdad, pero sobretodo que ojo hay que tener para que no te timen.

En la India hay que tener cuidado con los timos en general, ya que la gente en un intento desesperado de ganarse la vida utiliza el ingenio para alimentar a los suyos. Así que desde las agencias de viajes que te engañan hasta los sadhus falsos, hay que andar con ojo y saber jugar el juego sin caer en la trampa.

A los que vayáis a comprar el billete de tren a través de un travel agent y no de la estación, os aconsejo que conozcáis el sistema a la perfección, el cual es así:

Todos los trenes tienen varios tipos de clases y de billetes.

1) Clases, cada una con un precio más alto que la anterior:

a) Hard Seat, son los asientos duros que ningún turista coge porque la verdad es que son bastante incómodos y están llenísimos de gente ya que los indios sin dinero utilizan esta forma de viaje porque los inspectores no suelen revisar estos compartimentos.
b) Sleeper, son los asientos que se hacen cama por la noche, donde aunque hay ventiladores suele hacer bastante calor
c) 3 AC, son sleeper como el anterior pero con aire acondicionado, por lo que es bastante más seguro si viajas largas distancias, ya que por la noche cierran con candado las puertas de acceso al compartimento, además no te pegas a los asientos aunque a veces puedes incluso pasar frío, y los ocupantes de estos compartimentos suelen ser indios de clase más alta por lo que suelen hablar inglés perfecto y así puedes hacer un intercambio cultural. Eso sí, las ventanas están cerradas por lo que para ver el paisaje merece la pena irse a la puerta, abrirla y sentarse en el quicio a ver el país pasar.
d) 2 AC, son sleeper pero en lugar de 3 camas una sobre la otra hay 2.

Nuestra vecina de Hampi, asomada a la puerta de su casa viendo las vacas pasar.

2) Tipos de billete:

a) General Quota, es el normal que se compra por internet, el primero que se mira, el del precio más barato
b) Women Quota, hay unos sitios separados para las mujeres sólo
c) Elder Quota, hay unos sitios para los ancianos
d) Tourist Quota, hay unos sitios reservados para los turistas, hay que pagar 300 Rp más.
e) Tatkal Quota, son unos sitios que se reservan como cuota de emergencia para los que deciden comprar el billete a última hora, por lo que te cobran un suplemento que funciona así: 75 Rp extra por persona si se viaja en Sleeper y 300 Rp extra por persona si se viaja en AC.

CUIDADO, aquí es donde te la juegan los agentes de viajes, ya que a lo mejor te venden un billete que es General Quota y te añaden por el morro 300 Rp extra diciéndote que es Tatkal y encima tú cuando recibes el billete te das cuenta de que vas en Sleeper y no en AC...

Vistas desde uno de los cerros colindantes de Hampi y su valle plagado de templos, tantos que es difícil encontrar tiempo para visitarlos todos.

Así que mi consejo es este: cuando vayáis a una agencia mirad bien lo que os dicen, no les déis el dinero hasta ver el e-ticket, que muchas veces no es más que un folio donde pone la hora, destino y donde debe poner el precio desglosado de cada parte que te cobran, si no está sospechad, y fijaos si pone Tatkal Quota o General Quota y si tenéis asiento reservado o no, porque si pone WL significa Waiting List, es decir que no tenéis asiento y quizás os intenten vender la moto de que sí que tenéis.

En fin que este tipo de SAI-travels nos mezcló trucos de todos los tipos el muy miserable: nos cobró por Tatkal cuando no era Tatkal, nos cobró por Tatkal AC cuando era Sleeper, nos cobró por asientos que no estaban reservados... y es que tuvimos la mala suerte de fiarnos de él y comprar con él 4 billetes de tren para cada uno, claro que nuestra furia fue tremenda cuando nos dimos cuenta y pasamos todo el último día peleando para que nos devolviera el dinero, y cuando por fin lo hizo, tuvimos que correr a otra agencia a que nos reservara esos billetes y casi nos quedamos sin sitio en el tren... claro que eso nos dijeron pero la realidad fue, como descubrimos después, que además de todas estas cuotas que tienen por internet, la estación siempre se queda con unos tickets extra para vender en ventanilla, así que aunque en el ordenador del travel agent aparezca "not-available" no significa que no hay sitios.

Agencias de viajes de las que sí que os podéis fiar en Hampi: Siva, Copi.... y supongo que algunas otras


Os dejo con esta imagen de unas ruinas comidas casi por la vegetación tropical. Calor, palmeras, templos, relax, cultura, ambiente, buena comida, rituales espirituales... esto es Hampi, sin duda uno de los lugares más interesantes del sur de la India.

Sunday, September 06, 2009

Sivananda Ashram (Kerala, India)

Pabellón central de Sivananda Ashram, Kerala, en una de las charlas de la mañana que suele tener lugar tras la meditación y cánticos con las que se despierta antes de desayunar y a la que se ha unido un shadu (vestido de naranja) que iba de paso y se ha quedado unos días a descansar en el ashram.

Sivananda Ashram: 11.08.09 - 13.08.09

Un ashram es un lugar de meditación y enseñanza hinduísta, tanto religiosa como cultural, en el que los alumnos conviven bajo el mismo techo que sus maestros.
En los ashram se suelen impartir clases de meditación y pueden realizarse también talleres y cursos de terapias orientales. Además son el lugar donde deben vivir los sannyasis o , hinduistas que han decidido retirarse de la vida mundana y que no viven en un punto fijo, sino que van de áshram en áshram. Su funcionamiento es parecido al de los monasterios en la Edad Media ya que funcionan a la vez como lugar de retiro, hospedería, comunidad, escuela y dispensario público. A los ashram puede acudir cualquier persona, sin importar su creencia o casta, a aprender o escapar del caos del mundo y normalmente la estancia en los mismos es gratuita o muy barata, lo justo para sufragar los gastos de manutención, por ello y a pesar de la falta de lujos y de que la vida en el ashram está regida por un horario fijo algo duro, los ashram son lugares muy visitados tanto por occidentales como por hindúes.


La hora del té. Dos veces al día nos reunimos todos para tomar té y frutas, a las 7.30 tras la meditación de la mañana y antes de desayunar-comer (a las 10) y a las 13.30 antes del tiempo libre para darse un baño en el lago o ir a una de las charlas.


En los ashram es normal ver sannyasis o sadhus, hinduistas que han decidido retirarse de la vida mundana y que no viven en un punto fijo, sino que son ascetas que buscan el camino de la penitencia y la austeridad para obtener la iluminación, a los que normalmente se puede reconocer por el color anaranjado de sus ropas. Los sadhus peregrinan por el país, sin nada más que lo puesto, recibiendo comida y cobijo de la gente, templos y ashrams, aunque muchas veces pasan una temporada (que puede ser de varios años) meditando en cuevas.
Además, en los ashrams suele haber swamis, título honorario que se les otorga a maestros de diferentes doctrinas (darshanas) que cultivan, por ejemplo el yoga, o bien a maestros espirituales que no son religiosos.


Swami del ashram, un hombre que siempre sonríe.

En general, los ashrams son lugares en los que uno puede aprender y suelen estar situados en parajes preciosos, pero además sirven para escapar del caos del mundo, descansar, encontrarse a sí mismo... En particular este ashram que visitamos nosotros era un centro de estudio de yoga, donde se imparten cursos en los que puedes lograr el título de profesor de yoga, y en el que hay bastantes occidentales, por lo que la comida es bastante buena y no demasiado especiada y los servicios son bastante cómodos, ya que hay camas en dormitorios comunales, cosa impensable en un ashram puramente hindú.


El dormitorio de las chicas, donde cada una tiene una cama con mosquitera y ventilador en una gran habitación con baños a compartir al fondo.


Aquí os adjunto el horario del ashram, que parece muy duro pero al que te acostumbras al cabo de unos días...

05.20: Toque de campana-gong, un sonido muy místico con el que despertar aún de noche
06.00: Satsang: meditación en grupo, cánticos y charlas (1h y media)
07.30: Te y con alguna fruta (plátanos)
08.00: Clase de asana, yoga tipo sivananda con 2 niveles (2h)
10.00: Comida vegetariana muy, muy, rica
11.00: Karma yoga, es decir un trabajo designado por el centro para cada alumno (recoger leña, limpiar los baños, servir el té, servir la comida...)
12.30: Clase de entrenamiento, opcional
13.30: Té
14.00: Charla sobre la filosofía hindú
15.30: Clase de asana, yoga tipo sivananda (2h)
18.00: Comida vegetariana
20.00: Satsang: meditación en grupo, cánticos y charlas (1h y media)
22.30: Se apagan las luces

Haciendo yoga, hay 2 niveles diferentes, las clases son largas y el lugar precioso: espacio abierto rodeado de árboles y pájaros, así que se disfruta mucho, aunque el tipo de yoga en particular no es el yoga que más me gusta, la verdad.

¿Cómo es la experiencia? Bueno pues interesante, la verdad es que ni el yoga ni la meditación de este ashram en particular me llamaron la atención por su calidad, sino más bien lo contrario, pero es un alivio tener una rutina así de establecida, levantarte antes del alba, con el sonido del gong, meditar y cantar, estirar el cuerpo, charlar sobre temas trascendentales... en fin que escapas no sólo del ruido y caos de la India, sino también un poco de tu mundo en el que estás corriendo todo el día y aquí te obligas a parar y pensar y te das cuenta de que hay otras formas de ver la vida y tienes tiempo para escucharte a ti mismo y además conoces a gente muy interesante. Así que como experiencia me parece muy positiva.

La hora de la comida, sentados en hileras nos van sirviendo las ricas verduras cocinadas de diferentes maneras y con típicas salsas indias acompañadas normalmente de arroz. Se puede comer tanto como se quiera, eso sí, con la mano ya que no usan cubiertos.

Costes:
Más adelante