Saturday, September 12, 2009

Mysore (Karnataka, India)

Típica calle de Mysore, de casas bajas, de colores, al estilo colonial, donde se colocan los vendedores apilando su mercancía.

Mysore: (21.08.09 - 26.08.09)

Una de las ciudades del sur de la India con mayor encanto sin duda alguna, y no sólo por su famoso palacio, que iluminan una vez a la semana durante media hora con miles de bombillas colocadas alrededor de su fachada, sino por el ambiente de sus calles, sus mercados ancestrales, sus artesanías y sus edificios de estilo colonial.

Al caer la noche los lugareños aprovechan el fresco para sacar la mercancía y, tras colocarla bien organizada en esterillas en el suelo, tratar de venderla.

El "famoso" palacio de Mysore, cuya fachada se ilumina 1 vez al mes utilizando para ello miles de bombillas cutres de las que tenemos en casa. 

La verdad es que Mysore nos encantó, sobre todo porque es una de esas ciudades de la India tan fotogénicas: gente trabajando como se hacía en Europa hace siglos, mercados llenos de verduras, vacas, colores, inciensos, especias, vendedores hindúes o musulmanes, mujeres coloridas con preciosos saris junto a otras vestidas con el negro burka, edificios con personalidad, el mercado de carne donde se degüellan los animales frente a tí, mientras sus restos se van apilando en montañas enormes sobre las que se posan pájaros negros, delgados hombres vestidos con un simple dhoti y una camiseta de tirantes que arrastran enormes carros llenos de bananas, templos aquí y allá, pequeños establecimientos de chai... y, como ocurre en general en la India, donde cualquier persona va a estar encantada de que le hagas una foto. ¿qué más se puede pedir?


Haciendo incienso, a mano, para después venderlo.


Joven y orgulloso carnicero.

Además que nos alojamos en uno de los mejores hoteles de todo el viaje, un lugar con un encanto muy especial, ya que es un hotel construído en los años 40 y que aún conserva todos los muebles de entonces, y muchos de los trabajadores de aquella época también. Yo creo que es la primera vez que tenemos servicio de habitaciones y el periódico introducido cada mañana por la puerta, un auténtico lujo para nosotros la verdad. Un hotel con mucho carácter y con unos empleados encantadores, que nos invitaron a celebrar con ellos la festividad de Ganesh, famosa en la India entera y que consiste en llevar al dios Ganesh (el elefante) a una habitación de la casa (en este caso del hotel) y hacer una puja o celebración religiosa en la que unos brahma cantan, dicen unas palabras al dios, le pasan incienso y fuego por delante, en una ceremonia que dura entre media y 1h, y que es muy curiosa de observar, ya que no sólo están los brahma cantándole a una figura que es un elefante, sino que el resto de los asistentes están con cara muy devota y las palmas de las manos juntas ante el pecho en gesto de rezo, alabando a la figura del elefante, al que le han puesto cientos de adornos, guirnaldas, luces y comida. Al final, como en todas las pujas, se coloca un punto rojo sobre los asistentes a los que se ofrece una comida que es sagrada, ya que la ha bendecido el dios. Un evento curioso, que culmina varios días más tarde con la entrega del elefante al río... parte que nos perdimos al dejar la India antes del día señalado.


Nuestro súper hotel en Mysore, una reliquia de los años 40 que te hace sentir en esa época.

Ritos y ofrendas a Ganesh, el dios-elefante.


Pero durante esos días hay gran jolgorio por las calles, así que en cualquier momento te puedes encontrar con un grupo de gente cantando mientras pasean a Ganesh a sus hombros. La verdad es que fue muy gracioso porque nosotros nos cruzamos con un grupo de hombres que como locos bailaban en plan trance al ritmo de tambores y flautas frente a su elefante y, un amigo alemán (Thilo) y yo, decidimos unirnos mientras Jordan nos grababa, y claro la que se montó fue increíble... no sé si ha quedado claro que son los hombres y no las mujeres los que llevan a Ganesh de paseo y los que bailan como locos a su alrededor, así que os podéis imaginar la pasión que levantamos... madre mía qué locura y frenesí, yo aproveché para no sentirme intimidada por todos los hombres danzantes y cogí a un travesti que había y bailé con él todo el rato, pero cada vez se unía más y más gente a mirarnos, incluso se acercaron periodistas indios a hacernos fotos... menuda experiencia, de verdad, no me extraña que los hindúes sean capaces de meterse hierros por el cuerpo sin sangrar ni sentir dolor porque de verdad que entran en trance en ocasiones como esta.

Niñas sonrientes musulmanas.

Niños sonrientes.


En Mysore hay muchos turistas, quizás por su encanto como ciudad, quizás por sus artesanías y sedas (famosas en la India entera por su calidad, aunque su precio no es tan barato como en otros lugares, la verdad es que son muy bonitas y mucho más baratas que en Europa). El caso es que al ser un centro turístico, la comida está occidentalizada en muchos restaurantes y es fácil hacer amigos. Nosotros acabamos formando un grupo muy majo: una pareja francesa (Gilles y Annie) en sus 50, muy liberales (no estaban casados a pesar de que en su época era algo casi impensable el no casarse), que habían viajado un montón (aprovechan que sus hijos son ya teenagers para dejarles con los abuelos y darse sus viajecitos) y que eran un encanto; un alemán (Thilo) de unos 30tantos que viajaba solo y que era super divertido además de un idealista que está haciendo una web desde la que se puedan interrelacionar diferentes ONGs y diferentes acciones y movimientos para mejorar el medio ambiente; y unos primos franceses de unos 20tantos que nos dejaron con la boca abierta: él (Franck) terminó su carrera y decidió coger una bici y ponerse a pedalear a ver si lograba llegar a Pekín, había salido de Notredam el invierno pasado y llevaba ya 9 meses sobre su bici, así que os podéis imaginar las historias que tenía para contar; y su prima (Krystel) que había decido el mes de vacaciones que tenía unirse a él que ya estaba en la India, y así estaba ella ya finalizando este mes y super feliz y contenta de las experiencias vividas.

Cena con nuestros encantadores amigos.

Debo decir que ninguno de los 2 montaban mucho en bici antes, y que ambos dicen que te acabas acostumbrando. Además, él se había propuesto no gastarse ni 1 euro en alojamiento, por lo que o le ofrecen un lugar donde dormir o duerme en su tienda de campaña o en el duro suelo de un templo (como le ocurrió en Hampi, donde le conocimos), aunque su prima no era tan hardcore y al si no encontraba alojamiento gratuito se buscaba un hotel, aunque decía que se sentía mal yéndose a dormir a un hotel y dejando a su primo por ahí... claro que ésto no ocurría a menudo ya que normalmente siempre encontraba a alguien que le acogía en su casa. De entre todas las historias que nos contaron, quiero destacar que Franck hacía mucho, mucho, hincapié en la hospitalidad del pueblo iraní, al que ha cogido un cariño tremendo, y que al parecer son de lo más simpáticos y majos del mundo entero, a pesar de la situación de inestabilidad que están pasando. Es curioso que siempre los más pobres sean los más hospitalarios, es curioso que la gente sea así de bondadosa, ¿acogerías tú a un ciclista que te encuentras por la calle en tu casa? ¿y si además no entiendes ni palabra de lo que dice? La verdad es que Franck nos contó que le ayudaban mucho las fotos que llevaba consigo de su familia, ya que cuando otras familias veían que tenía hermanos, una madre, un montón de amigos y primos que fueron a despedirle a Notredam con la bici... pues entiendan o no el idioma, comprenden las imágenes.


Franck y su prima, dando pedales por la India.
En fin, que siempre me quedará un buen recuerdo de Mysore, una ciudad llena de cosas que comprar, de gente que conocer, de fotos que tomar. Pero, sobre todo, de las experiencias que allí vivimos, y de las historias de la gente que conocimos. Os animo a todos a que viajéis, de verdad, porque es la mejor forma de aprender sobre otras gentes, culturas y formas de entender el mundo, especialmente con vuestra mochila a la espalda y la guía en un bolsillo, construyendo el viaje poco a poco, paso a paso, sin tenerlo todo planificado desde el principio, viviendo la aventura de cada día y esperando a ver qué me deparará el día siguiente. Y si alguien se siente más valiente todavía, que siga el ejemplo de este chico, cuya página web dejo a continuación, aunque no creo que esté muy actualizada ya que es muy difícil mantener un blog mientras se viaja... pero recordad una cosa: él es un tipo normal, como cualquier otro, que no sabía a dónde llegaría, que simplemente se propuso salir de casa con su bici a ver qué pasaba, que no había entrenado antes, y que ahora tiene los ojos llenos de chispas por todas las historias que tiene que contar.

http://franckenvadrouille.com/


Típico mercado de Mysore.


Curiosidades:

El truco más común en Mysore es que se te acerque un tipo muy simpático y te cuente que al parecer en Mysore la marihuana es legal y que hay coffee shops como los de Amsterdam, en los que además hay máquinas especiales que sacan un aceite de la planta que luego se unta en los cigarros. Nosotros caímos en la trampa, ya que sentíamos curiosidad por la famosa máquina, y nos dejamos llevar hacia los supuestos coffee shops... claro que por el camino, pasamos por un montón de tiendas de los amigos del tipo este en las que podíamos comprar incienso de verdad (te mostraban incluso cómo lo hacían) y aceites esenciales (que son muy característicos de esta ciudad), eso sí, a unos precios algo exagerados ya que se trata de tiendas de amigos de este tipo al que después deben pagar una comisión por haberte llevado a ellas... en fin, que tras varias paradas y tras mucho insistir en que no queríamos comprar nada y que lo único que queríamos era ver la famosa máquina, por fin nos llevó a una casa normal y corriente, donde al entrar nos encontramos con una de las hijas de la familia que estaba sentada en el suelo haciendo incienso, que nos intentaron de nuevo vender, tras ella estaba el hermano que tenía una colección increíble de aceites esenciales expuestos bajo la foto del abuelo y que también nos intentaron vender, todo esto mientras la madre y la otra hija hacían la comida en la cocina... así que intentando no ser bordes pero a la vez dejando claro que no queríamos comprar nada de esto sino que sólo queríamos ver la máquina, por fin nos metieron en un cuartito, el del hijo, donde nos sentaron en una cama y nos entregaron un papel con una lista con todos los aceites esenciales que se podían comprar y que volvían a estar expuestos ahí en la mesita de la habitación... ya cuando nos estábamos empezando a mosquear porque tras varias horas aún no habíamos logrado ver la famosa máquina para convertir la maría en un aceite especial, apareció otro turista en la habitación al que también habían engañado con el mismo truco, un alemán muy majete (Thilo) con el que acabamos pasando el resto de nuestros días en Mysore.



Cena con Thilo, el alemán al que conocimos en medio del típico engaño de Mysore: con la excusa de enseñarte una máquina especial, te llevan a una casa donde sólo quieren venderte hash.

En fin que esto es lo que ocurre muy a menudo en la India, que te llevan con un pretexto que creen que te va a enganchar a donde ellos quieren que vayas y son tan pesados y tan majos que esperan que así acabes comprando algo. No es que sea peligroso, que no lo es en absoluto, pero sí que es una pérdida de tiempo si es que llevas prisa, aunque si no la llevas la verdad es que es una experiencia, porque imaginaros la situación tan subrealista: 3 turistas sentados en una camita enana dentro de un cuarto chiquitín frente a 3 indios (nuestro gancho, el del alemán y el dueño de la habitación) intentando que nos muestren algo que no existe, mientras ellos intentan por todos los medios liarnos para que compremos algo, además que normalmente te ofrecen té y son muy simpáticos y amables y claro te da palo ser borde, pero una vez que sabes cómo son tienes que aprender a no dejarte llevar por sus trucos o a disfrutar y reírte con ellos, que es lo que hicimos nosotros en esta ocasión. Así que al final logramos dejar la casa tras constatar que la famosa máquina de maría no existía y que como mucho podíamos comprar algo de marihuana de muy muy mala calidad, que por supuesto no compramos, y después nos enteramos además de que la marihuana no es legal en Mysore y de que algunos indios lo que hacen es vendértela y después llamar a la policía que te detiene te cobra una multa y les da una parte a los que te vendieron y denunciaron.



Vendedor de aceites esenciales, algo muy típico de Mysore.


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