Sunday, September 06, 2009

Viajando en tren por la India

Típico vagón de tren, donde los asientos se hacen camas y donde los viajeros se hacen amigos tras compartir horas y horas de viaje. Un buen lugar para aprender algo de la India, para hablar con los locales, además que en la segunda clase (la que no tiene AC pero sí camas) suele viajar gente que habla inglés y que están encantados de saber de tí, de tu vida, de tu país y de tus experiencias en la India.

Como la India es tan grande, para ir de un lugar a otro se puede volar, ir en tren o en autobús. El avión al parecer no es muy caro pero no lo he utilizado. El autobús es mejor evitarlo a no ser que no quede más remedio, ya que los indios conducen como locos, el acelerador siempre al máximo, la música a toda pastilla, haciéndose hueco y pasando los cruces a base de claxon... una forma de conducir que sólo tiene sentido cuando se posee una inquebrantable fe en un dios que te protege ya que parece que tu vida está en peligro a cada curva.


Tras la noche llega el día, los nuevos viajeros, las camas medio deshechas, algunas ya convertidas otra vez en asientos que se comparten, una forma de viajar segura y cómoda.

Y bueno mis experiencias con los autobuses en Rajastán fueron algo negativas: en un viaje tuvimos un accidente en el que nos chocamos contra un camión, atropellando a un anciano; y en otro el autobús no paró en 4h para hacer pis, por lo que tuvimos que ingeniárnoslas para solucionar el problema... menos mal que los autobuses indios tienen unos compartimentos encima de los asientos en los que puedes ir tumbado, con una vidriera y cortinas que te separan del resto, por lo que en semejante lugar que no debe de tener más de 1m de altura y con una botella vacía de agua logramos, no sin dificultades, poner fin al malestar fisiológico...


Mujer y niño esperando a que pase el tren, una pequeña imagen de sus vidas, de su hogar, de su día a día.

En fin que por esto recomiendo siempre que se pueda viajar en tren, ya que es una forma segura, relativamente cómoda y muy barata de viajar por el país y, aunque se hagan distancias muy largas, al menos se ve la India pasar por las ventanas o por las puertas que se pueden abrir para sentarte en el suelo y disfrutar del paisaje con el viento en la cara.


Jordan sentado en la puerta del tren que abre para poder mirar el paisaje y sacar la cabeza y hacer fotos.


Así al menos se puede echar un ojo a la India rural, que de otro modo pasa desapercibida ya que los turistas no solemos parar en mitad de la nada en un pueblo y pasar ahí unos días, por lo que una de las formas de hacerse una idea sobre cómo vive la gente en el campo es observando sus vidas desde el tren e imaginando el resto.


Jóvenes que se entretienen junto a las vías jugando a no sé qué y que sonríen cuando ven a un extranjero sentado en la puerta abierta del tren, al que rápido saludan con entusiasmo.

En el tren te da tiempo para leer, para escribir, para pensar y para charlar con tus compañeros de vagón, que suelen buscar conversación y que muchas veces, sobretodo si viajas en AC, sabrán hablar en inglés y estarán deseando intercambiar historias con los extranjeros. En el tren pasan vendedores ambulantes, algún niño, anciano o travesti a pedir dinero, estaciones sin fin, el paisaje... y además es una forma de escapar del ruido incesante de la India.


Los travestis, que están aceptados en la India pero cuya única fuente de ingresos es el ir cantando por los vagones del tren ya que nadie les da trabajo.

Ta-tak, ta-tak, ta-tak, ta-tak... estación Kovilpati, puerta a una ciudad en cuya estación vemos hombres descalzos en dhotis a veces recogidos en la cintura mostrando así las delgadas piernas hasta las rodillas, mujeres en coloridos saris, chavales intentando ser occidentales pero con ropas de los ´70, alguna mujer con la cara pintada de amarillo (producto cosmético muy de modo acá), maletas de piel, cestas a la cabeza, vendedores que cantan sus productos... vamos acelerando y la ciudad transcurre frente a nuestra ventana, niños que saludan sonrientes al tren que pasa, la mezquita a lo lejos canta a allah, el templo hindú con sus vivos colores y representaciones de sus cientos de dioses, basura sin fin enmarca las vías del tren, edificios decrépitos cuya pintura descascarilla, autobuses amarillos llevan a los niños al colegio; avanzamos y poco a poco la ciudad se disuelve, el número de casas disminuye, apareciendo éstas salteadas sobre la roja tierra, bañada por plásticos arrojados desde el tren, bueyes que tiran de la labranza, el paso a nivel donde esperan aquellos cuya vida transcurre aquí mientras los demás pasamos hacia otro lugar, trigales, pequeñas zonas quemadas, palmeras en hileras, llanuras con pequeños setos, las colinas enmarcan el horizonte, el sol que se marcha; y en el interior de esta caja que viaja concurren vendedores y pasajeros en el pasillo, conversaciones flotan en el aire, los trasvestis cantan, dan palmas y piden unas rupias; por la ventana las últimas luces dejan ver un pozo seco, casas destechadas, tierra marrón oscura, tractores, algún árbol; de pronto llega la cena, arroz y chapatis en una bandeja, ventiladores a todo trapo, el viento soplando de lado a lado del vagón que lleva todas las ventanas abiertas, cubiertas por barrotes de metal azules, como azules son los asientos también de cuero-plástico pegajoso, sudor allá donde la carne toca la carne, amarillas hierbas sobre la tierra, cabras blancas, negras y marrones, que regresan a casa al mando del pastor de dhotis azules, ayudado por su estiloso galgo, las últimas luces del día muestran los saris de colores, pájaros solitarios despiden al día, ahora el tren se lo toma con calma, va despacio, muy despacio, mientras otro tren le llama en la distancia, se acerca, aceleramos y cientos de caras desfilan tras las 2 hileras de barrotes azules, visiones de los compartimentos del otro tren, halógenos que iluminan a sus pobladores, sus vidas, familias, sonrisas, expresiones, miradas... ganamos velocidad, cae la noche, ya no se ve el campo, parece que sólo existiera el interior del tren, convirtiéndose éste con la oscuridad en una isla donde transcurre la vida, aunque de vez en cuando el breve fogonazo de luz de las estaciones que pasamos nos recuerda que existe otro mundo ahí fuera, con gente que espera trenes en esas estaciones, a esas horas, para llevarles ¿a dónde? son estas pequeñas interrupciones en el transcurso del viaje las que te hacen pensar ¿dónde irá esta gente? ¿tendrán familia esperándoles? ¿cómo es su vida? y, por lo tanto, ¿dónde voy yo? y ¿cuál es el sentido de mi vida?


Palmeras y arrozales, los paisajes de la India van pasando ante la ventana del tren: desiertos, ciudades, cabras, montes, ríos, barcas, arrozales...

Curiosidades:

1) Los hombres llevan dhotis en la India, que es una especie de tela que se enrollan alrededor de la cintura y que se ponen con camisa cuando van arreglados.

Un hombre asomado al tren que nos cruzamos vistiendo los típicos dhotis de la India que, curiosamente, siempre mantienen blancos y relucientes.


2) Las muestras de afecto entre hombres son muy comunes en la India no así entre diferente sexo. Creo que jamás he visto a un hombre y una mujer ir de la mano por la calle, cuando ver a 2 hombres agarrados de la mano o del hombro es de lo más normal.


Dos amigos en el tren, no son una pareja gay.

3) El tren pasa por lugares a los que jamás iría un turista, por lo que los lugareños quedan sorprendidos al ver a un extranjero. Estos chicos estaban tan entusiasmados que ¡se cayeron 2 de la bici!


Niños camino de la escuela, que nunca han visto a un extranjero antes y a una mujer rubia menos todavía, por lo que 2 de ellos se cayeron de la bicicleta al saludarles...

Costes:
Más adelante

5 comments:

Anonymous said...

No solo una mujer rubia sino una tan impresionante como tu!!!!!!!!!!!!!!!!no me extraña que se cayeran de la bici.Besazos Mamusina

Culturasí said...

Me gusto mucho!!! Gracias por compartir tu experiencia, se puede ver un poco más lo local y cotidiano de la India, que normalmente no se ve en la web.

Culturasí said...

Saludos desde Venezuela

yaiza said...

Muchísimas gracias Ricardo!!! para eso lo escribo, para hablar de lo cotidiano y local, no de los grandes monumentos y atracciones, y se agradece que alguien lo lea y lo diga :-)

yaiza said...

Algún día iré a Venezuela y podré escribir sobre tu país :-)