Wednesday, March 20, 2013

Zanzíbar: Navidades en Tanzania II

30.12.12 - 07.01.13
Zanzíbar, paraíso que tiene lo que buscábamos: playas paradisiacas, amables y alegres gentes, colores vivos, turistas de todo tipo y un calorcito que ayuda a romper con el frío y largo invierno de hemisferio norte.

Camino a la competición de dhows, atracción local de Jambiani.

Jambiani

Para fin de año dejé la tranquila Mafia y me fui en busca de algo más de marcha a Zanzíbar, donde había quedado con mi amiga Miris,  esta vez en el sur-este de la isla, en Jambiani, una zona que yo no visité en verano y que tenía ganas de conocer por ser menos turística que el norte. Allí nos alojamos en Kimte, un hostal de rastas en la playa donde el ambiente es muuuuuuy relajado y donde claro que también hay turistas, pero algo más rollo mochilero y menos paquete con todo incluído que en el norte, gente que en su mayoría trabajaban para ONGs o que tenían vidas interesantes, así que molaba tomarse unas birras y conversar.


Dhow, barco típico africano,  encayado con la marea baja

Jambiani es un lugar tranquilo, un pueblecito de pescadores bastante rústico en cuya línea de playa se encuentran los restaurantes y hoteles para turistas. La diferencia con el norte es que está bastante menos desarrollado, el turismo es por tanto más sostenible y hay una mayor mezcla entre extranjeros y locales, los cuales hacen su vida junto a ti.

De hecho tuvimos la suerte de presenciar un evento anual que se celebra en Jambiani: la famosa carrera de dhows, pequeños barquitos de vela que compiten navegando a lo largo de la costa bajo las miradas de cientos de coloridos lugareños que se reúnen a animar a su favorito y de paso sociabilizar, reír, charlar. Un lujo de colores para los fotógrafos y, desde luego, un buen momento para que cualquiera pueda aprender un poco de la vida y costumbres de la gente local, que lo pasan como enanos.

Expectantes lugareños ante la carrera de dhows


Como no, allí también nos encontramos con los cool - masai, esos jóvenes que dejan su tribu en el Serengeti para estudiar en las escuelas de Zanzíbar, donde llevan su vestimenta tradicional adornada con ochénticas gafas y modernos móviles que llaman bastante la atención. Masais que se ganan la vida vendiendo abalorios que hacen las mujeres de su tribu y que además nunca cejan en su empeño de ligar con cualquier mzungu que se les cruce.


Jóvenes-cool masais que vienen a estudiar y ligar a las playas de Zanzíbar.

Muy curiosa la playa de Jambiani por que cuando la marea baja el mar se retira cientos de metros, por lo que para ir a bañarse hay que dar un paseo por una zona de blancas arenas, piedras, charcas con pequeños pulpos y estrellas de mar en donde se ve varado algún que otro dhow y por donde las mujeres pasean recogiendo algas que plantan en preciosas hileras.

Mujer trabajando en la plantación de algas


Un lugar súper auténtico, en el que da gusto pasear porque es como otro mundo, parecido a los salares en los que pierdes la noción de la distancia. Así que, aunque al principio da pereza levantarse de la hamaca para darse un baño en el mar, lo cierto es que el paseo es muy bonito y, aunque te tienes que proteger bien del sol para no quemarte, cuando llegas a las turquesas aguas disfrutas como nunca de ese merecido baño. Claro que esto ocurre cada 6 h, porque cuando la marea sube entonces el agua llega a 5m del chiringuito y no tienes más que andar unos pasitos para lanzarte al mar.

Jambiani con la marea baja, con Miris en mi mano.


Nochevieja:


Pensé que no se podía superar la noche vieja del año pasado en Abéné, pero... lo cierto es que, aunque distinta, también tuvo un gran encanto, desde luego muchísimo más que cualquier fiesta occidental.

Calor, arena, playa, fogata, birras, charlas y amigos. Noche-vieja en Jambiani.

Descalzos sobre la arena, con el calor de la brisa marina, el sonido de las olas y una cena de órdago organizada por Kimte, así despedimos el año, charlando en el bar y bailando alrededor de la hoguera al ritmo de los tambores africanos con los lugareños que se habían acercado a disfrutar de esta fiesta, y.... ¡wow! cómo bailan! es increíble cómo las mujeres con sus vestidos largos y coloridos se ponen a mover el culo de una forma que nos es imposible a las blancas... hacen un círculo a cuyo centro salen a bailar poderosas, sonrientes, felices, dsifrutando de la música como si fuera algo que llevan dentro. Qué alegría, ¡qué momento! me encanta bailar con ellas e intentar aprender, aunque de verdad que es súper difícil, pero ellas sonrien y son felices de compartir contigo esos bailes, esas tradiciones, esa alegría, esa energía... algo que llevan dentro y que las identifica desde peques, y es que incluso las niñas me cogían de la mano y me querían enseñar a bailar como ellas: nunca olvidaré a esa niña de unos 6 añitos que me miraba con esos enormes ojos y me hacía subir y bajar moviendo el culo, algo que nos parece súper sensual en occidente pero que allí hacen hasta las enanas ¡con una gracia!

Shilole, baile típico de aquí, donde las mujeres mueven el culo de una forma imposible

Aunque había más fiestas a lo largo de la playa, montadas cada una por el restaurante de turno e incluso había una disco con fiestón con DJs del lugar y un montón de jóvenes locales bailando un rollo más moderno, nosotros éstabamos tan a gusto en nuestro trocito de paraíso que al final nos pasamos ahí toda la noche, charlando, bebiendo, saltando la hoguera, haciendo fotos, haciendo amigos... De hecho de esa noche sacamos un grupo de amigos que nos hicimos inseparables durante todas las vacaciones. Y así, junto a la hoguera y bajo el precioso cielo estrellado, recibimos al nuevo año.

Happy New Year  2013

Viajando por la isla con los amigos :-)

Lo bueno de tener una base en la que se queda la gente unos días es que se pueden hacer amigos, y nosotros acabamos formando un divertido equipo con unos chicos súper majos: Jose (Salvador), Rune y Tobías (Dinamarca). Así, en grupo, compartimos risas, comidas, sustos, cervezas, baños, playas... e incluso viajes. Y es que los daneses habían alquilado un coche para todo su tiempo en la isla y aprovechamos para que le dieran uso.

The potato-hand team: we are kimte!
Amigos, birras, viajes y risas.

Así un día nos fuimos al norte de excursión, un viaje de varias horas lleno de controles policiales que te piden el carnet de conducir internacional, algo que con una gran sonrisa y mi labia yo logré esquivar en 7 ocasiones, pero que, cuando el pobre José estaba al volante, tuvo menos suerte y en una ocasión ni su carnet de la ONU nos libró de tener que pagar, no lo que el poli nos pedía, no (algo que Rune con su honradez nor-europea estaba más que dispuesto a dar) sino lo que nosotros, como buenos latinos, conseguimos rebajar haciendo el teatro de que no teníamos más.

"Pole-pole" que significa "despacio" y que es el moto de la isla


El viaje fue una salida de nuestra zona de confort, que no sólo nos sirvió para hacer un poco de turismo y poder ver la isla, disfrutar de playas de cielos grises, una buena comida y árboles de navidad. Sino que además aprovechamos para pasar por Stone Town, ya que ¡es el único lugar de la isla donde hay cajeros!

Un hombre con muchos huevos


Al día siguiente aprovechamos para coger el coche y viajar al sur, a Kizimkazi, pueblo famoso por sus delfines, que juegan por la bahía mientras los barcos en los que vamos los turistas los persiguen para que nos lancemos con el equipo de snorkell a nadar con ellos. Lo cierto es que hay muchísimos delfines y que se les ve muy bien porque las aguas son transparentes, pero lo malo es que hay bastantes barcos y sientes un poco que estás agobiando a los delfines más que jugando con ellos. Eso sí, los delfines pasan a menos de 1m de ti y no sólo uno, sino en manadas de 10 o 20, una pasada.


Nadando con delfines, Kizimkazi


Un palizón, la verdad, porque de la emoción no quieres parar de lanzarte una y otra vez a nadar con más y más delfines, así que acabas agotado. Menos mal que el pueblo tiene una playa increíble de bonita donde descansamos, tumbados en la suave arena y metiéndonos de cuando en cuando en las transparentes aguas para jugar.


Azules intensos en la playa de Kizimkaze, cuyos barcos pesqueros vuelven a medio día cargaditos de peces o de turistas que vuelven de nadar con los delfines.

Y así es la vida en Jambiani, tranquila, relajada, con bares donde tomar algo, reagge que escuchar, turistas con los que hablar, lugareños a los que conocer, restaurantes locales donde comer, wifi en los restaurantes de los hoteles a tomar prestado... Así pasamos las vacaciones, leyendo en la hamaca, bañándonos en la playa y paseando por el pueblo... que lo cierto es que me resultó bastante curioso, ya que sus casas son como grises de piedra y las calles son de polvo y están llenas de baches... un lugar que parece medio abandonado pero que está en realidad lleno de vida, y es que si sales a pasear en seguida los niños te hacen un corro y quieren jugar contigo y los mayores te saludan al pasar.

Por las calles de Jambiani

Me gusta Jambiani es más auténtico que el norte de la isla.

Curiosidades:
Aventuras en la disco de Paje

A unos pocos kilómetros de Jambiani está Paje, un trozo de playa similar y un pueblo donde hay más marcha y hoteles al que se mudaron nuestros amigos los daneses y donde acabé mi última noche: en la disco de Paje....

Fuimos en grupo 5 chicas-extranjeras desde nuestro hostal con 1 rasta (Leo) que allí trabaja y 3 amigos suyos. El taxi te lleva y espera en el parking hasta que quieras volver y la disco la verdad es que mola bastante: una pista de baile cubierta pero sin paredes y una gran zona de arena de playa con un billar y espacio para relajarse y charlar. Lo cierto es que me sorprendió gratamente el lugar, porque esperaba encontrarme con una disco tipo Dar es Salaam donde los chicos te asaltan según te acercas a la pista para frotarse contigo con la excusa de que es algo muy normal ahí. Aquí no, no sé si porque íbamos con amigos locales que nos protegían o simplemente porque los lugareños dejan a las turistas más en paz, no tengo ni idea pero pudimos bailar lo que quisimos y más sin que nadie nos molestara. Leo se autoproclamó nuestro protector y se pasó la noche echando un ojo para que estuviéramos todas bien, algo que sinceramente no creo que fuera necesario pero quizás sí y no lo sé.

Niños en la puerta de su casa en Jambiani
El caso es que llegó un momento en el que me quise ir porque tenía que coger un avión al día siguiente, vuelta a casa, así que como no quería cortar el rollo a mis amigos y hacerles volver a todos, acepté la oferta de un chico danés que tenía su coche en el hotel donde vivían los daneses y que me podía acercar a casa. Pero de pronto Leo se volvió loco.... al oír que me quería ir con este tipo, negro y como un armario, se asustó y me agarró por la muñeca para no dejarme marchar no fuera a hacerme algo... a partir de ahí la noche se transformó en una peli cuya prota era yo: Leo gritando no me dejaba marchar ni escuchaba mis explicaciones, el danés intentando razonar con Leo para que me soltara, yo gritándole a Leo que iba a llamar a la poli como no me dejara en paz y de pronto Leo que se vuelve loco y me coge cual saco de patatas y me lleva sobre su hombro por todo el parking gritando "¡¡¡es mía!!!" mientras yo pataleo como una hormiga en manos de un gigante y grito que me suelte y que no soy de nadie y veo el círculo de gente que se ha montado a nuestros alrededor.... Cuando por fin el danés logró salvarme y Leo me dejó en el suelo, salí corriendo a avisar al resto de que me iba, momento que aprovechó Leo para darle un puñetazo a mi caballero andante, un armario que podría haberlo tumbado de una caricia si hubiera querido.

En bici por la playa de Jambiani

Total que al final tuve que salir en el taxi y llevar al pobre danés a su hotel, que sólo por ser majo y ofrecerme el llevarme a casa se había ganado un puñetazo. Vaya forma de despedir la isla, vaya forma de despedirnos de Kimte. Y con esto no quiero decir nada más que en Tanzania es la segunda vez que un tipo que creía mi amigo no entiende el NO por respuesta, el primero acabó 3 días en la cárcel, el segundo se fue ileso pero lo cierto es que hay una diferencia cultural inmensa entre nosotros y ellos, una diferencia cultural que se agudiza con el alcohol y es que a ellos no les sienta bien beber y es que en esta sociedad al parecer la mujer no debe tener voz propia sino que debe acatar siempre lo que el hombre dice. No lo sé, pero es lo que deduzco de mi experiencia y lo curioso es que esto que cuento no le ha pasado a nadie más que a mi, conozco montones de turistas que se han liado con lugareños y no han tenido el menor problema, bueno sí, problemas de costumbres, pero no de violencia. Quizás yo he atraído estas situaciones, quizás yo me hago amiga de los raritos, no lo sé, pero desde luego que no creo que sea algo habitual y, además, no quiero que a nadie le entre miedo si quiere ir allí, porque yo volvería a ir y sola, de verdad que no hay ningún problema, simplemente estar con el ojo al loro si se es mujer.

Desde luego que fueron unas navidades increíbles, inolvidables y que repetiría una y otra vez.
Me encanta Tanzania.



¡Navidad!
Nunca dejarán de sorprenderme las decoraciones navideñas cuando hace este tiempo veraniego.

Sunday, March 17, 2013

Mafia: Navidades en Tanzania I

27.12.12 - 30.12.12

Esperando entre inmersiones en un barco en mitad de un increíble mar 

Estas navidades decidimos volver al mismo lugar en el que pasamos las vacaciones de verano: Tanzania, por algo será ¿no?

Y es que necesitábamos descansar, no viajar en plan locura, sino ir a un sitio paradisiaco a reponer energías y no pudimos elegir mejor, Mafia y Zanzíbar, nuestras islas favoritas.


MAFIA

Volé yo sola a Mafia, esa preciosa y tranquila isla en la que pasé mis días en Utende, pueblecito de unos pocos cientos de habitantes donde me sentí como en casa: me alojé en el BeachHouse de nuevo, donde me volvieron a recibir con los brazos abiertos y aproveché para descansar, leer, disfrutar del silencio, de las estrellas, del mar... siempre rodeada de las sonrisas de los que allí trabajan, un amor de gente que nunca olvidaré.

Con Kyle, el simpático piloto de las avionetillas que te llevan de un lado a otro en Tanzania

Playa de Utende, con unas nubes increíbles por las rápidas tormentas que hay en esta época.


Paseando por el pueblo me sentí como en casa y es que algunos de los lugareños que me cruzaba ¡se acordaban de mi! y me parece sorprendente porque por allí pasan cientos de turistas cada año, pero lo cierto es que a mi me gusta pasear a mi bola por el pueblo y "hablar" con quien me cruce usando un poquito de swahili (que les hace mucha ilusión) o inglés (que hablan los que trabajan con los turistas). Y no suelo comer ni cenar en los restaurantes de los resorts sino que me gusta sentarme en la mesa que una gran mama tanzana pone en la puerta de su casa para servir la comida que ella misma cocina y que suele ser arroz, judías y pescado. Y, como no, me encanta hacer fotos y bailar con los chicos, así que supongo que es por eso que se acuerdan de mi.

Mis simpáticos vecinos en Utende, Mafia
El día a día en el tranquilo Utende, Mafia

Aproveché también para disfrutar del mejor buceo que he hecho en mi vida con BigBlu, y es que vuelvo a repetir que el mundo submarino de esta isla es absolutamente increíble. Así que aproveché para hacer al menos 2 inmersiones al día: barco típico del lugar, de madera, que te lleva al primer punto donde sumergirte y donde descansas disfrutando de un mar absolutamente espectacular (azules y verdes transparentes) hasta llegar al segundo lugar donde bucear. Un coral de llorar de bonito en el que juegan Nemo y toda su familia, en el que además pudimos disfrutar de enormes Potato Groupers, coloridos nudibranquios, rayas, mantas, tortugas y tiburones. Una pasada, de verdad.


El increíble coral del parque marino de Mafia

Esperando entre inmersión e inmersión en este tradicional barco anclado entra aguas transparentes.


Pero de lo mejor que he hecho en este viaje a Mafia fue el ir a nadar con los tiburones-ballena, ¡mama mia qué preciosidad! algo absolutamente espectacular que recomiendo a todo el mundo.

Mi amigo el enorme y cariñoso "Potato Grouper", encantado de que le acaricien.

Wednesday, March 06, 2013

Tiburones Ballena: Mafia (Tanzania)

30.12.12
El tiburón-ballena me deja atrás, siempre acompañado por sus fieles seguidores los peces blancos
Absolutamente increíble, sin duda una de las mejores experiencias de mi vida, el poder ver de tan cerca al pez más grande del mundo, el tiburón-ballena. 

De Octubre a Enero aproximadamente estos inmensos y pacíficos tiburones suben a la isla de Mafia, donde se organizan salidas en bote para no sólo verlos sino además nadar con ellos.
 Exhultante sería la mejor forma de definir mi estado ahora, después de haber pasado unas 3h “jugando” con estas bellezas de la naturaleza. 
 Y cansada, muy cansada, porque realmente es agotador el seguirles mientras surcan el océano.

Cara del tiburón-ballena de perfil


Big-Blu organizó mi viaje: salí con un bajaji por la mañana de Utende y llegué al Lodge a las 8.30 am, lista para subirme a la lancha que nos llevaría a mi y a una pareja italiana a unos cien metros de la orilla de Kilindoni, donde se alimentan estos enormes bichos. 


El perfil que tanto asusta del tiburón


Emoción al ver las aletas saliendo del agua, triángulos oscuros que hemos aprendido a temer por las películas, pero que en esta ocasión eran nuestro reclamo: aleta que veíamos, hacia ella que nos dirigíamos y, cuando estábamos a menos de 2 m del tiburón, máscara, snorkell, aletas y…. ¡al agua! ¡Mamá mía que de adrenalina! A nadar como locos porque ellos con sus 8-12 m de longitud vuelan, así que hay que estar en forma para poder recorrer con ellos algunos metros. Wow! una de las carreras más emocionantes de mi vida, yo a crawl a toda pastilla (para eso entreno 2 días a la semana 1500 metros en la pisci) y a mi lado un pelín más abajo, a menos de 1 m, el señor tiburón, del que puedo ver todos los detalles: 

Tiburón-ballena de cuerpo casi entero

-       Aleta enorme que se mueve a un lado y a otro de manera que hay que tener cuidado para que no te golpee porque puede hacerte daño, aunque yo tuve suerte porque me acarició y sentí su suavísima piel en mi tripa.
-       Blanco vientre, decorados con una piel gris oscura con grandes puntos blancospor la parte superior
-       Aletas laterales de las que parecen colgar unos peces largos y blancos
-       Branquias a un lado que se van abriendo y cerrando según surca el agua y de las que asoman unos peces amarillos (trevally) o azules.
-       El pequeño ojo en el lateral, que te mira perezoso.
-       La enorme boca, de 1 metro, que lleva casi siempre abierta y rodeada de muchos peces amarillos que parece que se va a comer pero en realidad están limpiándole, ya que este tiburón se alimenta de plancton por filtración.

Las branquias y los pececillos que las limpian
Un tiburón, y otro, y otro más, el lugar está repleto y cuando te dejan atrás el barco te recoge de nuevo para descansar y llevarte allá donde sobresalen más aletas. De pronto, adrenalina otra vez al ver uno que se acerca, saca esa enorme boca que tiene y parece sonreír, claro que eso es lo que parece desde el barco pero cuando estás en el agua persiguiendo a un tiburón y de pronto de entre las profundidades ves una boca inmensa que sube hacia ti, directa a ti, a tu cara, a tu enano cuerpecín… te entra el pánico y piensas ¿qué hago? Sabes que no te quiere comer pero estás en su camino y te mira con esos ojos que no sabes qué piensan y… en las 2 ocasiones que me ocurrió esto debo decir que me puse a gritar como una loca, jajaja.

La "pequeña" aleta del tiburón

Boca-aspiradora del tiburón abierta
Lo cierto es que me siento súper afortunada, no sólo por haber visto a los tiburones sino por haber podido nadar con ellos tan cerca, no sólo con uno sino con más de 9 porque la bahía estaba llena de ellos, afortunada además por tener la suerte de que mi barco fuera bastante exclusivo, ya había barcos con 6 o más pasajeros, pero en el nuestro sólo Hazem y yo nos lanzábamos al agua mientras su chica nos grababa vídeos. Debo agradecer de corazón a este hombre su ahínco en lograr la foto perfecta, en la que saliera yo con un tiburón-ballena, no cejó hasta conseguirlo y es que no podéis imaginar lo difícil que es seguir a los tiburones a su ritmo y encima hacer fotos y respirar y no morir de cansancio pero Hazem no paró hasta que encontramos a unos tiburones más pequeños a los que era más fácil seguir y que pudimos fotografiar mejor. 

Me siento una de las personas más afortunadas del mundo. Ha sido una experiencia increíble y de verdad que la recomiendo a todos. Soy feliz.

Sin duda, la foto de mi vida :-)