Thursday, January 26, 2012

Aventuras en Oussouye y alrededores - Casamance (Senegal)

02.01.12 - 04.01.12

Unas niñas encantadoras que nos rodearon en M´Lomp, uno de los pueblecitos de la Casamance, nada más bajarnos de la moto que habíamos alquilado y que en seguida se pusieron a bailar con nosotras.

Tuvimos suerte porque, cuando quisimos dejar Abéné para seguir camino, nos encontramos con una huelga de transporte público en protesta por el aumento del precio del petróleo, menos mal que Tombo nos solucionó el problema, consiguiéndonos un coche privado a compartir con unos simpáticos músicos que habían venido a tocar al festival y que debían llegar a su siguiente concierto en la capital de la Casamance: Zinguinchor, único lugar donde comprar los billetes de barco que, de nuevo, estaba completo... tras una interminable gestión de 1h y 45 minutos, por fin la agencia de viajes a la que nos acercamos logró conseguirnos los últimos billetes de avión a Dakar. Sí señor, los 100 euros que he pagado más a gusto en mi vida, porque ya temblaba pensando en volver a subir con el Sept-Place y perder, de nuevo, 2 días de viaje de los que, desgraciadamente, no disponíamos.


Tombo, el gerente o encargado del campament de Abéné que fue en bici al pueblo para buscarnos alguna forma de ir a Zinguinchor que no nos saliera tan cara como alquilar un coche privado nosotros solos.

Ya atardeciendo, con la tripa rugiendo de hambre y sabiendo que no habría transporte público en unos días por lo menos, logramos convencer al pobre conductor de que en lugar de regresar a Abéné nos llevara, tras invitarle a comer-cenar en Zinguinchor, a Oussouye, a donde por fin llegamos ya bien entrada la noche y donde el pobre conductor hubo de pernoctar también.

Oussouye aparece en las guías como la principal "ciudad" de la Basse de Casamance, nos encontramos sin embargo con una pequeña población bastante tranquila cuya importancia se debe a que en ella vive el querido rey Diola. Tuvimos la suerte de alojarnos en un campament de típicas casas "al impluvium" que era barato y que además lo llevaba una extensa familia con 2 de cuyos hijos pasamos largas horas hablando y es que además de yola (lengua materna), wolof (lengua de la televisión y radio) y francés (lengua oficial aprendida en la escuela y utilizada por políticos y algunas cadenas de TV).... ¡¡¡sabían español!!! así que aprovechamos para compartir unas cervezas (no eran musulmanes ellos, como la mayor parte de los chicos senegaleses, sino animistas) e informarnos con detalle de su forma de vida.

Casa "al impluvium" típica de la Casamance; edificio bajo de adobe de forma circular en cuyo centro se abre el tejado de paja para recger el agua en la época de lluvias y para observar las estrellas en la época seca.


Aunque ellos se consideraban hermanos, eran en realidad primos, pero es que aquí las familias crecen muy unidas y es difícil enterarse de los lazos que se establecen entre todos sus miembros. Y es que el padre de nuestro campament tenía 3 mujeres y un total de... ¡¡¡16 hijos!!! Wow! Es un lío, porque en la región hay una mezcla de religiones: musulmana, católica y animista, y cada cual elige la que más le gusta o conviene y se casa con quien quiere sin importarle la religión de la que sea, pudiéndose cualquiera cambiar de religión también cuando le parezca oportuno. Muchos hombres son musulmanes, supongo que porque la ley les permite así casarse con tantas mujeres como puedan mantener, eso sí, parece que las mujeres están en general contentas con el acuerdo ya que las esposas suelen compartir vivienda y amistad, aunque supongo que habrá casos en los que no será todo tan de color de rosa... claro que la monogamia es algo cultural, por eso nos resulta tan chocante a los occidentales, lo único que me gustaría a mi como mujer es que también se diera la poligamia femenina, pero eso, claro, es difícil ya que en África una mujer no suele traer el dinero a casa por lo que no podría mantener a varios maridos.


La sonrisa de este niño nos esperaba por la mañana, no sabemos si sería el vecino o parte de la extensísima familia de nuestro campament.

Conversando sobre el tema de la poligamia nos enteramos de que hay en Senegal un papel que algunas mujeres firman al casarse donde eligen si aceptan o no la posible poligamia de su recién marido. Parece muy moderno, sí, pero al parecer pocas mujeres lo firman y además aunque lo hicieran si el marido pasados unos años cambia de opinión, puede anularlo y casarse de nuevo de acuerdo con la ley divina y aún en contra del deseo de su primera mujer.

Ignoramos el cántico de los gallos al amanecer y despertamos más bien tarde para lanzarnos a la AVENTURA total: queríamos ir a ver los pueblos de los alrededores e incluso llegar a Point St George, un precioso lugar en el delta del río... pero nos encontramos con la huelga de transporte. Así que, para ganar tiempo, en lugar de alquilar bicis para recorrer la zona, nuestros amigos nos ayudaron a conseguir una "yakarta" o scooter cutre con la que nosotras nos creímos capaces de llevar a cabo nuestro, como más tarde descubrimos, imposible plan.


La famosa "yakarta" que nos alquiló un amigo de los chicos que llevaban nuestro campament y con la que, ilusas de nosotras, pretendíamos hacer algo similar al París-Dakar.


Moto, carretera y viento en la cara. Realmente es una de las formas de viaje que más me gustan, me siento libre porque elijo donde voy y cuándo parar, una auténtica pasada. Tras cruzarnos con algún que otro baobab por el camino y parar a observar algún que otro impresionante termitero, llegamos a M´Lomp, donde paramos a hacernos alguna foto con la gigantesca ceiba que anunciaba la guía (en este país los árboles son enormes) y en seguida se nos hizo un corro de niños alrededor con los que acabamos bailando el hit de Senegal: ¡¡¡el Yussa!!! que después descubrimos en las discotecas de Dakar.

Niños con los que bailamos en M´Lomp el famoso "Yussa" que hace furor en Senegal y que, sinceramente, es bastante difícil de bailar. En él se juntan ritmos africanos, tambores, cánticos y movimientos repetitivos, algunos de los cuales bastante... sensuales.


Tras pasar M´Lomp seguimos hasta Kañut, donde, ni cortas ni perezosas, seguimos las indicaciones de los lugareños y dejamos la carretera para adentrarnos en lo que parecía un campo algo arenoso... menos mal que un chico salió corriendo tras nosotras porque al parecer íbamos en dirección equivocada. Claro, no sé cómo a nadie se le ocurrió decirnos que podíamos llegar solas a ese lugar, ya que a pesar de que nos separaban menos de 9 km de Point St George, no sólo no había ningún tipo de indicación ¡es que no había siquiera un camino que seguir! es más, lo único que había eran marcas de ruedas de algún 4x4 (que es como se llega a este lugar) cruzando lo que de pronto nos recordó al famoso rally París-Dakar... arena, arena y más arena, la cual truncó la buena intención de nuestro amigo, que pretendía llevarnos a las 2 con la moto hasta nuestro destino, pero tras numerosos derrapes y caídas el chico nos explicó por signos la mejor opción: dejar a una ahí y hacer 2 viajes. Total que nos pareció bien, porque veíamos que los 3 en la moto era imposible, y al fin y al cabo sólo quedaban unos kilómetros por delante... JAJAJA yo fui la afortunada en viajar primero y tardamos como 1h y cuarto en cruzar la auténtica sabana africana, por cuya arena crecían algunos arbustos, árboles chiquititos y altas hierbas por las que pastaban las flacas vacas con las que nos cruzamos en plan postal africana. Una pasada de paisaje, la verdad, que se debe disfrutar un montón en un 4x4 pero que no se puede apreciar en todo su esplendor en la moto en la que tienes que ir agarrado con todas tus fuerzas para no caerte según va derrapando, agachando la cabeza para no comerte alguna que otra rama y rezando para que no se te hagan demasiados arañazos en las piernas... juas juas juas, vaya odisea.


Una de las pocas cabañas que hay en la aldea de Point St George, donde la gente es muy tranquila y vive bastante aislada del mundo.

Pero no, aquí no acaba todo. LLegué al famoso Point St George y me encontré con una pequeña aldea a la orilla del delta donde en seguida unos cuantos lugareños me acercaron a la casa de una chica que al parecer me podía dar algo de comer y donde los pocos turistas que deben venir por aquí parece que pueden alojarse si así quieren hacerlo. Pues allí me quedé, esperando a que llegara Miriam para comer juntas y dar una vuelta por el precioso delta, un lugar de verdad bonito que merece la pena visitar, ya que al parecer es un santuario de manatíes, aunque no los vi pero lo que sí que pude ver fueron los delfines pasando por el río, qué maravilla.

El delta de Point St George, por donde pudimos ver algunos delfines que cruzaban el río al atardecer, pero me quedé con ganas de observar a los manatíes. Otra vez será.

Ya estaba yo maquinando cómo volver a Oussouye (una pena no poder quedarnos a dormir ahí después de todo pero teníamos que devolverle la moto al amigo de los del campament antes de las 19) sin tener que hacer ese mismo viaje infernal de vuelta y conseguí por signos (porque aquí nadie hablaba inglés) que me explicaran que podíamos llegar hasta M´Lomp en canoa ¡¡¡incluída la yakarta!!!. Poco me duró la felicidad, porque de pronto recibí una fatídica llamada: ¡¡¡la moto se había quedado sin gasolina!!! ¡¡¡en mitad de la sabana!!! ¡¡¡ahhhhhhhhhhhhh!!!
Total, que por signos de nuevo y ayudada con mis dotes pictóricas, conseguí comunicarme con los lugareños, explicarles la situación y comprender que en Point St George no había coches, que tampoco había gasolina y que la única solución posible era la de ir a buscar a unos chicos que parecían trabajar en algo oficial allí y que tenían una moto buena para este terreno.



Los amabilísimos guardas que tenían la única forma de transporte en todo Point St George, una moto que pusieron a mi disposición, con conductor incluído, para ir al rescate de mi compi.

¡Puf! Adios a Point St George, me subí en la moto con mi nuevo guía para ir a salvar a mi amiga de su calvario (llevaba la pobre horas perdida en medio de la sabana): velocidad, viento, felicidad... hasta que, de pronto, me doy cuenta de que ¡¡¡se me ha caído la cartera!!! ¡¡¡con todo dentro!!! ¡¡¡EN MITAD DE LA SABANA!!! ¡¡¡¡joder!!!! casi desespero, porque claro dimos la vuelta unos metros con la moto pero allí no hay caminos, sólo marcas de ruedas en diferentes direcciones y no sabíamos cuáles eran las nuestras. Así que mi compi me explicó, por signos, que era mejor dejar ahí la moto y buscar a pie, cada uno por un lado, caminando hacia Point St George, rastreando las diferentes marcas de ruedas que había.... un auténtico infierno la verdad.

Preciosa niña que se dedicó a bailar como loca el Yussu de camino a Point St George.


Fue uno de esos momentos en que sabes que lo que intentas es IMPOSIBLE ¿cómo encontrar una cartera en mitad de la sabana africana? pues igual de difícil que una aguja en un pajar. Así que me relajé y me acordé de un libro que leí hace tiempo, "Viaje a Itxlan" de Carlos Castaneda, en el que un antropólogo americano se convierte en estudiante de un "brujo" mexicano en el desierto de Sonora, y una de las enseñanzas de Don Juan consistía en correr con los ojos cerrados por el desierto dejando que la mente te lleve y evite los peligros. Bien, pues eso decidí, dejarme llevar por mi instinto, dejar de buscar y escuchar la llamada de mi cartera. Ya sé que esto suena raro, pero era IMPOSIBLE encontrarla sobre todo porque ya se estaba anocheciendo, así que dejé de buscarla y decidí que era mejor dejarme llevar hasta ella. Y llamé a Gabriel (que así se llamaba mi guía) para dar media vuelta y regresar hacia donde habíamos dejado la moto con la confianza de que la cartera estaría allá donde me llevara su energía.... y, justo cuando sentí que era el lugar adecuado, miré al suelo y.... ahí estaba. Para fliparlo de verdad. No digo nada más, pero fue un momento mágico que sólo el que conozca la infinidad del lugar puede comprender: la cartera me encontró a mi.


Mi conductor y salvador, Gabriel, que no sólo me llevó a por gasolina para rescatar a Miris de pasar la noche en mitad de la sabana, sino que además rastreó las huellas de motos durante más de media hora en busca de mi cartera perdida que, cuando estaba a punto de desesperar, encontré utilizando los métodos poco ortodoxos aprendidos en el libro de Castaneda.


Así que feliz cual perdiz monté de nuevo en la moto y, ya de noche, dimos por fin con las luces intermitentes de la yakarta. Miriam, desesperada de pasar el día en mitad de la nada, se fue con Gabriel en busca de gasolina, quien volvió con ésta al cabo de una media hora, mientras el chico ilumiado por la intensa Luna, empujaba la pesada moto por las arenas de la sabana y me contaba su dura vida: con 19 años estaba estudiando en la escuela pero los fines de semana tenía que trabajar en la construcción para pagar sus estudios y ayudar a su madre ya que su padre murió hace años y además tenía una hermana discapacitada (es bastante común en esta zona ver a gente con problemas al andar, en las piernas o pies). Un chico al que quisimos invitar a una cerveza que rechazó por ser musulmán y al que recompensamos con el salario de 2 días de trabajo en la construcción (a pesar de que no solemos dar dinero) por su incalculable ayuda durante todo el día, y es que sin él habríamos pasado sin duda a formar parte de los titulares de los periódicos internacionales: se busca a dos blancas irremediablemente perdidas en mitad de la sabana.

¿Día gafe? O no, porque aunque se torcieron mucho las cosas y no conseguimos llegar a disfrutar de Point St George ni visitar la mitad de los pueblos que queríamos, todo salió bien y no hubo ningún percance. Así que en realidad llegamos contentas al campament, donde, como colofón, me habían sacado, sin aviso ni permiso, todas las cosas de mi habitación para meterlas en las de Miriam: mi ropa, mis cámaras, mis tarjetas de memoria.... joder no es que vayan a robarte nada, porque son super honestos de verdad y no lo hacen, pero no me hace mucha gracia que toquen mis bragas.... pero, ante nuestro enfado, ellos, con una sonrisa en la boca, respondieron ESTO ES ÁFRICA.
La habitación de Miris, donde encontré todas mis cosas al llegar de la aventura ¡Me habían mudado sin siquiera preguntar! cambiando todas mis cosas de sitio... Y no, no es que seamos millonarias y prefiramos dormir cada una en una habitación, no, es que extrañamente en Senegal te cobran por persona y no por habitación, así que sale igual de caro dormir en una habitación tú sola que compartirla.



Curiosidades:

Como en todo Asia, la gasolina se compra en botellas que te venden en alguna tienda y que amablemente te sirven sin preocuparse de fumar sobre la misma...

Llenando de gasolina nuestra "yakarta"... o eso nos dijeron, claro que cuando nos quedamos tiradas en mitad de la sabana nos dimos cuenta de que no hay que fiarse cuando te dicen que seguro que con ese poco llegas donde quieres ir, más nos valdría haber llenado el depósito entero.












1 comment:

Anonymous said...

un viaje de amigas a Senegal, así decíamos las cuatro, je je, y estuvimos en 2011, ¡ni un minuto solas! era impossible, ah, no, una mujer no puede andar por senegal sin un senegalés que la "proteja" y la "cuide", je je, y luego te piden algo, claro, que pagues sus gastos, que les hagas un regalo, que des algo a sus familias... pero, amigas, gozar de chicos guapos de 20 años, cuando una tiene 40 o 50, NO TIENE PRECIO, sobre todo si cuentas lo larga, gorda y dura que la tienen, OHH y la media docenita de veces que te pueden subir al cielo en una sola noche